Cada vez que tu bebé abre la boca estás a la expectativa de que pronuncie una palabra, lo esperas porque es parte del crecimiento, ¿pero sabes todo lo que implica adquirir un idioma?
Aprende cómo inicia, se desarrolla y apoya la capacidad para hablar
Desde el punto de vista interno, para que un niño pueda hablar es necesario que alcance cierto desarrollo motriz, fisiológico e intelectual, pues para acceder a los sonidos que ocupamos en el habla tiene que:
- Usar su agudeza auditiva para escucharlos, memorizarlos y distinguir palabras entre ellos (esto último se denomina integración auditiva)
- Producirlos utilizando su aparato fonoarticulador (labios, paladar, cuerdas vocales, etcétera)
Además, en medio de esto ocurre algo complejo: el uso del lenguaje exige el manejo de símbolos, por eso, para entender los significados debe ser capaz de representar en su mente los objetos aunque no estén presentes.
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Habla/Lengua
Vale la pena aclarar dos términos: el lenguaje es un proceso simbólico que nace en el pensamiento y que permite que algo nuevo sea dicho cada que son combinados los términos y las sílabas que lo componen (por eso se define como creativo); mientras que el habla es la expresión oral del lenguaje y es tan complicada como lo primero.
En ocasiones pensamos que si un niño todavía no habla –es decir, aún no produce sonidos que podamos decodificar– no tiene un sistema de comunicación; sin embargo, de modo casi encubierto ya ha comenzado a desarrollarlo, pues es capaz de comprender una gran cantidad de expresiones antes de que logre decirlas, y de manifestarse a través de ruidos y gestos. De hecho, puede decirse que ésta es la forma más temprana de comunicación, el bebé transmite sus necesidades de maneras que a veces nos sorprenden por efectivas, como cuando su mamá identifica sueño, hambre o molestia en sus distintos tipos de llanto.
Así se desarrolla el lenguaje de tu bebé por etapas
Etapa prelingüística
Abarca hasta el primer año aproximadamente, y el niño comienza a registrar los sonidos más frecuentes en su lengua materna (que es el conjunto de signos que utiliza la comunidad a la que pertenece), alrededor de los seis meses realiza “ensayos”, produciendo voces aisladas o en sílabas que repite constantemente. A esto se le conoce como balbuceo. Es entonces cuando también imita la entonación de los adultos, y poco a poco asocia los nombres con los objetos a los que corresponden, de tal forma que entre los 10 y 13 meses de edad comienza a utilizar sus primeras expresiones con referente concreto, que son aquellas sobre un objeto que quiere mencionar.
Es común también que le asigne un término a un tipo de objetos, por ejemplo: le dice pelota a todo lo que rueda, “guaguá” a los animales de cuatro patas o, para decepción de los padres, “papá” a todos los señores. Además, cuando sus emisiones son de una sola palabra, constan de una o dos sílabas y tienen las consonantes p, b, d, t, m, n. No es de alarmarse si presenta algunas dificultades en la pronunciación, pues comúnmente esto se va corrigiendo. Después del año.
Su léxico se ampliará y más tarde, con un acervo de 50 términos diferentes, comenzará a juntarlos en pequeñas frases; hasta los dos años será sin nexos (que son las conjunciones y preposiciones) y después, a los tres y medio, las hará con ellos. Luego ocupará vocablos más largos que contengan todas las consonantes y vocales, hasta llegar a las oraciones.
Es muy probable que cerca de los cuatro años pueda elaborar oraciones con todos sus elementos y una estructura gramatical correcta, asimismo, será capaz de producir fielmente todos o la mayoría de los sonidos del español (a excepción de r suave y r fuerte, en algunos casos).
Creciendo toda la vida
El lenguaje no es estático, evoluciona; incluso como adultos constantemente ampliamos nuestro vocabulario, mejoramos la comprensión de términos abstractos y perfeccionamos la capacidad para emitir de forma clara y asertiva lo que queremos decir. Es por eso que no puede hablarse de rangos estrictos de edad para cada etapa. Aunque podemos apoyarnos en parámetros conocidos, cada quien tiene un progreso distinto y un ritmo propio para ampliar los componentes de la comunicación; no será sino hasta los tres o cuatro años que se empareje con los demás.
Como papás, más que comparar a nuestro hijo, debemos vigilar que no se estanque y que mantenga la intención de comunicarse, aumente su vocabulario, extensión de palabras y frases y mejore su pronunciación. Ante cualquier retraso es mejor consultar a un especialista. Nuestro papel –en relación a los factores internos– es más como observadores, no obstante, somos pieza clave como modelos y facilitadores de un ambiente que propicie su avance; y, junto con otros adultos, compañeros del colegio, familiares, medios de comunicación y estímulos externos, influimos en él.
Ayúdale
Desde que el niño nace e incluso desde que está en el vientre, todo lo que le comuniquemos verbalmente es un estímulo que ayudará a su desarrollo lingüístico. Por lo general, esto se presenta de forma natural, pero hay ocasiones en las que entorpecemos todo pensando que debemos “enseñarles” a hablar. Si volvemos a la idea de que el lenguaje es creativo, no podemos suponer que sólo es imitación; entonces, los intentos porque aprenda y diga una palabra que queremos podrían resultar infructuosos.
Para enriquecerlo podemos
- Evitar adivinar sus necesidades, mejor promover sus intentos por decirlas.
- Atender sus balbuceos o emisiones, contestando a lo que platique Cantarle, contarle cuentos.
- Hablarle todo el tiempo con frases cortas, sencillas, relacionadas con los objetos y situaciones cotidianos.
- Platicarle por anticipado, durante y después sobre las actividades realizadas, los lugares y las personas alrededor
- No debemos: Hablarle muy pausado ni con palabras aisladas o cortadas en sílabas (como “le… che”) Exigir demasiado ni corregirlo constantemente, porque cortamos su intención La lengua es el medio que utilizamos para relacionarnos, pensar y referirnos al mundo que nos rodea; será entonces el contacto de tu bebé con el ambiente lo que permitirá que progresivamente le permeé el idioma en el que le expresas tu cariño.
Segundo idioma
Si queremos que lo aprenda, podemos esperar a que utilice su lengua materna de manera funcional (alrededor de los dos años y medio o tres), así evitaremos confusiones y aún podrá adquirirlo fácilmente. En casos particulares, cuando los padres tienen diferentes idiomas maternos y los practican en casa o viven en donde se habla uno distinto, el niño estará expuesto a una estimulación bilingüe y podrá dominar ambos, aunque se ha visto que posiblemente se retrase un poco el desarrollo expresivo