Esta es la historia del Método Dunstan
La historia de esta australiana no sería más que una curiosidad para el mundo de la música si Priscilla no hubiera dado a luz a un niño hace algunos años y no se hubiera encontrado con la abrumadora necesidad de entender por qué llora, un aullido de auxilio que damos todas cuando estamos en esos primeros meses tan difíciles.
Al principio pensó que sólo eran ella y su hijo quienes, gracias a su condición, habían encontrado una extraña manera de comunicarse, mas pasó el tiempo y conoció a otras madres de distintas nacionalidades, con otros idiomas y otros colores de piel. Su sorpresa fue enorme: había un patrón en el quejido previo a las lágrimas de los niños, algo que se repetía en cada uno, una especie de llamada preventiva que anunciaba un “Mamá, te aviso que algo me pasa, en unos minutos empezaré a llorar”.
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Después de probarlo con cerca de mil bebés alrededor del mundo, Priscilla decidió darlo a conocer. Su teoría era la siguiente: de los 0 a los 3 meses, los menores de cualquier nacionalidad y cultura comparten los mismos “reflejos de sonido” un poco antes de llorar, avisando a la madre cuál es la necesidad que los aqueja. Según Dunstan, si sus protestas no son escuchadas y atendidas a tiempo, los niños eventualmente dejan de usarlas y recurren más rápidamente al llanto histérico.
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Hay que tener en cuenta que no es algo probado científicamente aunque parece que Dunstan intentó por todos los medios que lo fuera. Su primer reacción al decodificar estos reflejos fue mostrárselo a especialistas del lenguaje de la Universidad de Brown para su validación en ensayos clínicos, pero ellos le dijeron que se tomarían un tiempo considerable en determinar todas las variables y la autora pensó que no podía esperar.
En 2007 contrató a una empresa independiente de investigación de mercado que combinó una muestra de 400 mamás y sus críos para probarlo. ¿El resultado? 90% de las madres encuestadas reportaron que el Método Dunstan (ahora una marca registrada) es muy valioso y lo recomendarían a otras madres. Casi 70% de esas madres consideraron que sus bebés se tranquilizaban más rápido después de usarlo y quizás el indicador más interesante para una madre primeriza: 50% reportaron noches de sueño más continuo.
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Otra cuestión interesante es que no sólo benefició a las madres, sino a dos de cada tres padres, lo que resulta, dice Dunstan, en un nivel de estrés reducido para la familia y la pareja, que ya de por sí sufre algunos estragos en esa etapa de reconfiguración y cambio de roles.
Si bien es cierto que los más pequeños ganaban con el Método Dunstan, quizás lo más importante en esa primera etapa donde todo es nuevo e imposible fue que las madres se sintieron empoderadas. Enfrentar su llanto es, con o sin él, una larga carrera de acierto y error, pero si la madre se siente tranquila y con herramientas suficientes, la cuestión se simplifica.