La mayoría de los especialistas aconseja no ofrecer agua a los recién nacidos. Entre los cero y seis meses de edad la toman a través de la leche, ya sea materna o de fórmula; darles agua en este periodo puede ser peligroso, ya que se produce una eliminación excesiva o dilución del sodio que se manifiesta con problemas para regular la temperatura corporal, retención de líquido en el abdomen (ascitis), crisis convulsivas e incluso desnutrición.
La recomendación es la misma aun en climas cálidos, con temperaturas de hasta 40º C y húmedades relativas muy bajas, donde estudios han demostrado que no hace falta un suplemento de agua.
De los siete meses al año pueden consumir entre 56 y 118 ml diarios, y después tomarla sin restricciones.Por otro lado, investigadores del Centro Pediátrico de Johns Hopkins de la Universidad de Baltimore en Estados Unidos, comentan que para los menores de un año, beberla frecuentemente puede aumentar el riesgo de sufrir una condición llamada hiperhidratación, que incluye síntomas como irritabilidad, somnolencia, baja temperatura corporal (36° C o menos), hinchazón en la cara, y si es severa, convulsiones. Ésta se debe a que el sodio en la sangre se diluye y se pierde debido a un riñón inmaduro.
Bajo condiciones especiales, como enfermedad o para la administración de ciertos medicamentos, tu hijo puede requerir este líquido, pero es necesario que lo consultes con el médico.
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