En la mayoría de los niños el color de los ojos se define cerca de los seis meses de edad.
Aunque en algunos bebés, sus ojos puede cambiar hasta el primer cumpleaños, pero cuando son oscuros desde los primeros meses, el color es definitivo, sin embargo cuando son claros puede persistir o cambiar.
El color depende de la transparencia del estoma del iris (que es la fina red de fibras conjuntivas que componen esa parte del ojo) y de la cantidad de pigmento que contiene, si éste es poco, los ojos son azules, mientras que cuando es abundante se aprecian matices verdes o marrones.
Así, en las personas de piel morena los ojos tienden a ser más oscuros, ya que producen una mayor cantidad de melanina; lo contrario sucede en las personas de piel más clara y en tal caso, pueden tener los ojos claros.
La melanina se forma en los primeros meses de vida por eso casi todos los recién nacidos tienen los ojos de color azul grisáceo. Conforme crece el niño se van depositando más capas de pigmento en el iris y los ojos adquieren un tono más oscuro.
Por otro lado está también la genética, aunque en este caso participan más de dos genes y existe la posibilidad de que haya variaciones dentro de los mismos genes, por lo que el color de ojos definitivo resulta difícil de predecir.
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Hay 3 colores básicos: el café, el verde y el azul, siendo más común el café y menos frecuente el verde.
Los ojos con tonalidad azul o verde pueden variar ligeramente debido a la melanina que se produce y generalmente a los tres años de edad ésta se estabiliza y se presenta el color final del ojo.
