Afecta sobre todo a los niños menores de 2 años, especialmente durante los primeros 6 meses de vida. En esta etapa, sus vías respiratorias son tan pequeñas que cualquier inflamación puede complicar la entrada y salida del aire.
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¿Qué pasa en los pulmones?
La bronquiolitis inflama los bronquiolos, los conductos más finos de los pulmones. Al llenarse de moco, el aire tiene dificultad para circular. Por eso, tu bebé puede presentar:
- Tos intensa o persistente
- Silbidos al respirar (sibilancias)
- Respiración rápida o con esfuerzo
- Dificultad para alimentarse
- En algunos casos, fiebre o irritabilidad
Si notas que se hunde el pecho al respirar, hace pausas o se pone morado alrededor de la boca, acude de inmediato al servicio de urgencias. Son signos de alarma que requieren atención médica.
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Cómo se contagia la bronquiolitis
El virus se transmite fácilmente por gotitas de saliva al toser o estornudar y también a través de las manos o superficies contaminadas. Un adulto o niño con un simple resfriado puede contagiar al bebé sin saberlo.
Por eso, la prevención en casa es clave, sobre todo si tienes otros hijos en edad escolar.
Prevención: lo más importante está en tus manos
- Lava tus manos antes de tocar al bebé, su biberón o sus juguetes.
- Evita que personas resfriadas lo besen o carguen.
- No fumes cerca del niño ni permitas que otros lo hagan.
- Evita lugares cerrados y concurridos, como centros comerciales o reuniones familiares.
- Lactancia materna: refuerza su sistema inmunológico y lo protege frente a infecciones respiratorias.
Además, si tu hijo mayor está enfermo, intenta que use cubrebocas y mantén la distancia hasta que se recupere.
Siempre que tu bebé tenga menos de 6 meses y presente tos o dificultad para respirar, es recomendable ir al pediatra. Solo él puede confirmar si se trata de bronquiolitis y valorar si necesita hospitalización o manejo en casa.
Recuerda: la mejor forma de protegerlo es cortar la cadena de contagio. Con hábitos simples, puedes evitar complicaciones y ayudar a que respire mejor.