¿Ansiedad o mamitis?
No es mamitis, es ansiedad
No vemos la temida mamitis antes de los nueve meses, que es cuando surge la angustia de separación. Por eso toma tan por sorpresa a los papás cuando llega, porque de tener un bebé sociable, sonriente y fácil de cuidar, pasan a tener un pequeño huraño, hostil y difícil de dejar encargado, y llegan a pensar que algo están haciendo mal, cuando en realidad esta fase es completamente normal.
Peeero, lo que realmente tiene es miedo de que esa persona se aleje. Aunque se manifiesta con mayor o menor intensidad según el temperamento del bebé, se debe princi palmente a que a esa edad un niño todavía no tiene la capacidad de saber que lo que no está puede volver. O sea, cuando deja de ver un objeto cree que este ya no existe. Si lo escondes, ya no lo buscará. Por eso, cuando la persona con quien tiene un vínculo más fuerte se aleja o la pierde de vista, el bebé interpreta que desapareció y no volverá, y reacciona con un llanto desesperado como si enfrentara su abandono.
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Esta angustia debería desaparecer entre los dos y los tres años, que es cuando el niño entiende que, no porque no te vea, quiere decir que dejaste de existir. Un niño que supera con éxito esta etapa está listo para llevar una vida más plena: será mucho más activo y tendrá mayor capacidad de exploración y menos “mamitis” cuando crezca. Esto es porque creó un lazo afectivo fuerte con un nivel de confianza y cariño más grande.
Ahora sí es mamitis
A lo que sí debes prestar atención es a no estar formando un niño dependiente. Si tu hijo ya tiene más de tres años y no puede quedarse con sus tíos dos horas o llora diario a la hora que lo dejas en la escuela, tienes un problema y urge resolverlo.

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Si le sigues resolviendo las cosas que ya es capaz de hacer por sí mismo como amarrarse las agujetas, hacer su cama o cepillarse los dientes, no lo estás dejando ser independiente.
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Además, si te dejas manipular por sus berrinches y le complaces todas sus peticiones para que no se enoje, también te estás dejando dominar por él. Si no te separas de él, prefieres quedarte a su lado para que no llore que aplicar una estrategia que le ayude a superar la etapa natural de ansiedad de separación, ¡le estás haciendo más daño!