Este acercamiento es, en muchos casos, totalmente prematuro y también aceleró la participación de muchos de ellos en las redes sociales, ya fuera para clases en línea, trabajos o tareas y como medios de socialización con el fin de evitar aislamiento.
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Redes sociales, ¿son seguras?
Según un estudio publicado por la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios en España solo el 2.5% de los niños y adolescentes afirman no tener una red social y el 68% de los niños y adolescentes entre 10 y 12 años de edad las utiliza.
Un estudio realizado por Kaspersky (empresa de Ciberseguiridad) y CORPA (Consultora de estudios de mercado) enmarcado en la campaña Niños Digitales 2020 asegura que 1 de cada dos niños latinoamericanos tiene perfil en redes sociales.
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El 15% de los padres desconocen lo que publican en sus perfiles, 1 de cada 4 padres rara vez checa las redes de sus hijos y los que menos lo hacen son los padres mexicanos.
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Uso de redes sociales por edad
En la encuesta nacional sobre disponibilidad y uso de tecnologías de la información en los hogares, realizada por INEGI en 2021 se comprobó que 6 de cada 10 niños entre 6 y 11 años de edad tienen acceso a internet.
Y, un detalle clave es que pocas personas leen términos y condiciones antes de instalar este tipo de aplicaciones y es en estos en donde podemos encontrar la edad mínima para que un niño tenga permitido crear un perfil.
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¿Y cuáles son los 10 principales peligros?
- El cerebro del niño y del adolescente aún está inmaduro para tomar decisiones y muchas de estás son tomadas a partir de su natural necesidad de pertenencia, por lo que pueden compartir información que ponga en riesgo su integridad, hacerlos vulnerables o lastimar la integridad de otros.
- La adicción a las redes sociales se da debido a la liberación de dopamina y la activación del circuito de recompensa que sucede en el cerebro al recibir likes y comentarios positivos..
Lo anterior ocasiona que el adolescente repita comportamientos y consumos en busca de esa sensación de bienestar que le produce ser visto y aceptado, lo cual es un desencadenante del FOMO (fear of missing out – miedo de perderse de algo importante en el momento preciso)
- Depresión por déficits neuroquímicos debido a no ser visto, recibir comentarios negativos o dislikes en sus perfiles y compararse con sus amigos o compañeros que son populares.
- Ansiedad, baja autoestima y búsqueda de perfeccionismo al compararse con lo que tienen o viven los otros, a los que siguen en estas mismas redes.
- Mala calidad de sueño por estar al pendiente incluso en las noches de las publicaciones de otros, de recibir comentarios o likes o de no «poder apagar su cerebro».
- Cambios sociales como aislarse de la familia nuclear, dejar de compartir actividades y momentos o abandono de actividades con el fin de estar conectado.
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Bajo rendimiento escolar, ya sea por falta de concentración secundaria al cansancio por mala calidad de sueño, ansiedad y/o depresión.
- Cambios físicos que pueden ser aumento de peso por cambios de hábitos al llevar una vida sedentaria o baja de peso por tratar de parecerse a algún influencer.
- Riesgos directos como la pérdida de privacidad, doxing, usurpación de su identidad, ciberacoso; contacto con desconocidos potencialmente peligrosos, grooming y sextorsion, challenges,etc.