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‘Me cae mal mi hijo adolescente’… ¿Es normal?

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Si tu hijo adolescente te saca canas verdes y piensas que lo odias… podría ser simplemente un proceso normal en su relación.

hijo adolescente
Hay días en los que simplemente no puedes con tu hijo de 14. Te habla mal, te ignora o todo lo que hace te molesta. Y ahí estás tú, preguntándote en silencio: ¿y si mi hijo adolescente me cae mal? No lo dices en voz alta porque te da culpa, pero es momento de hablarlo sin miedo.

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La adolescencia es un torbellino para ellos… y para ti también.

No eres una mala mamá (ni un mal papá)

Primero lo primero: sentir que tu hijo adolescente te cae mal de vez en cuando no te convierte en un monstruo. Es una reacción humana y bastante común.

El choque de personalidades con un hijo puede aparecer fuerte justo en la adolescencia, cuando están buscando su identidad. Según la American Academy of Pediatrics, esta etapa está marcada por cambios hormonales, necesidad de independencia ser rebeldes.

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¿Por qué me molesta tanto?

  1. Te responde con sarcasmo o de malas.
  2. No respeta los límites que tú pones.
  3. Sus valores o gustos chocan con los tuyos.
  4. Sientes que no hay conexión como antes.
  5. Todo esto puede hacerte sentir frustración, impotencia y hasta rechazo. Pero ojo: sentir algo no significa actuar desde ahí.

Cuando las personalidades chocan

No todas las mamás tienen una conexión automática con sus hijos. Algunas relaciones se construyen con el tiempo. Incluso puede que tú y tu hijo sean muy diferentes. Tal vez tú eres organizada y él es un caos caminando. O tú necesitas silencio y él no para de hablar.

Lo importante es no tomarlo como algo personal. El psicólogo Michael Thompson explica que muchas veces los padres interpretan la actitud de sus hijos como un ataque, cuando en realidad es parte de su proceso de crecimiento.

Qué puedes hacer (y qué no)

  • Reconoce tus emociones sin culpa. Es válido estar enojada o sentirte harta.
  • Toma distancia si lo necesitas. No tienes que reaccionar en el momento.
  • Pon límites claros, pero sin pelear por todo.
  • Busca momentos neutros para conectar. Algo tan simple como ver una serie juntos puede ayudar.
  • Habla con alguien. Terapia, amigas o grupos de crianza. No te lo guardes.

Lo que no sirve: gritar, humillar, compararlo o alejarte completamente.

Muchas mamás lo viven, pero pocas lo dicen. Hay una presión gigante por ser “la mamá perfecta”, siempre amorosa y paciente. Pero la realidad es otra.

Este tipo de sentimientos no te hacen menos madre. Te hacen humana. Y en vez de ignorarlos, lo mejor que puedes hacer es mirarlos de frente, entenderlos y buscar formas sanas de manejarlos.

Fuentes:

American Academy of Pediatrics. «Stages of Adolescence.» 

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