Por qué no unir fuegos artificiales y bebés
El ruido no es solo molesto
Los bebés tienen un sistema auditivo inmaduro. Los estallidos pueden superar los 140 decibeles. Eso equivale a un avión despegando. Además del sobresalto, el ruido intenso puede afectar la audición. Incluso exposiciones cortas pueden generar daño, sobre todo en bebés menores de un año.
Estrés y desregulación emocional
El ruido repentino no solo asusta. También activa una respuesta de estrés. Por eso muchos bebés lloran inconsolablemente, se ponen rígidos o tienen dificultades para dormir después. Su sistema nervioso aún no sabe autorregularse. Necesitan silencio y previsibilidad.
Humo y calidad del aire
Los fuegos artificiales liberan partículas finas y metales pesados. Estas partículas quedan suspendidas en el aire. Los bebés respiran más rápido que los adultos. Eso los hace más vulnerables a irritación respiratoria, tos o empeoramiento de cuadros como bronquiolitis o asma.
¿Y si están “lejos”?
Aunque no estén justo al lado, el sonido viaja. El humo también. Cerrar ventanas ayuda, pero no elimina el problema. Además, el sobresalto puede ocurrir igual si el estallido es inesperado.
Qué sí puedes hacer
No siempre puedes controlar el entorno, pero sí algunas decisiones. Evita llevar a tu bebé a zonas con pirotecnia. Mantén ventanas cerradas. Usa ruido blanco para amortiguar sonidos externos. Acompáñalo físicamente si se asusta.
