Sin embargo, si como mamá y papá fomentas una buena relación entre tus hijos, lo más probable será que desde esta etapa logren consolidar profundos lazos, que con el tiempo los hará más fuertes y unidos.
Lo que debes saber sobre tus hijos
1. Tus hijos no son iguales
Aunque deseas que tus hijos sepan que son igual de importantes para ti, ellos no quieren escuchar que los quieres “igual” que a su hermano. Reconoce su individualidad y hazle saber que lo quieres de forma especial, con su propio carácter, habilidades y cualidades.
Del mismo modo, cada uno atravesará por distintos momentos en que requerirán de diferentes cosas. Lo importante es que ellos encuentren su papel activo en la familia, el cual no se compara con ningún otro.
2. Cero violencia
¿El cochecito volando directo a la cabeza de alguno de tus hijos? Tranquila, es perfectamente normal y este tipo de “accidentes” ocurren en todas las casas.
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Lo importante es establecer límites y hacerles saber que en tu hogar no se permiten actitudes agresivas o violentas entre ninguno de los integrantes, incluyendo gritos -atención mamá y papá con poner el ejemplo- y que esa no es la manera en que ustedes solucionan las diferencias.
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3. ¡Falta, fuera de lugar, expulsado!
Durante sus tiempos de juego tus hijos no necesitan árbitros que cuiden cada uno de sus movimientos. Si de manera cotidiana les reiteras con tus acciones cómo ser equitativo, respetar al otro y la importancia de la comunicación, tus hijos vivirán sabiendo que ese tipo de actitudes es lo “normal”.
Cuando un problema surge mientras juegan, debes dar oportunidad de que ellos arreglen sus propias diferencias -o puedes esperar que tu hijo te pida a los 20 años que le ayudes a resolver sus problemas-, por supuesto, no está de más mantenerte pendiente cuando algo realmente requiera que intervengas.
4. Ningún hijo es responsable del otro
Cuando existe una notable diferencia de edad entre tus hijos, sí puedes lograr una buena relación entre hermanos. Muchas veces en tu intención porque convivan, simplemente permites que el más grande “cuide” del pequeño, con quien evidentemente no puede jugar o sus intereses de juego son completamente diferentes.
Olvida por completo el “tú eres más grande, tú debes entender” para evitar que terminen por aborrecerse; lo mejor será que su convivencia surja libre de responsabilidades y, poco a poco, encuentren sus propias formas para compartir tiempo y actividades.
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5. Escucha sus preocupaciones
No necesitas estar de acuerdo con él y tendrás que aguantar las ganas de darle una lección sobre lo que está sucediendo; sin embargo, esto permitirá que tu hijo comprenda sus sentimientos, sepa definirlos y reflexione qué fue lo que los causó.
La forma en que puedes ayudar a crear buena relación entre hermanos es haciéndole saber que ese sentimiento -de enojo, ira, frustración- es completamente normal de vez en cuando y que tiene la capacidad de canalizarlo a una solución positiva.