Estos son los accidentes más comunes que ocurren en casas que no están pensadas para niños.
1. Caídas desde alturas inesperadas
Las caídas siguen siendo la causa número uno de lesiones infantiles. En casas ajenas, el riesgo aumenta. Sofás sin protección, camas altas, escaleras sin barandal o balcones con barandales bajos son trampas silenciosas.
Además, muchos niños se confían. Están emocionados, exploran más y miden peor el peligro. Basta un descuido de segundos.
Qué puedes hacer: observa el espacio al llegar y establece límites claros desde el inicio.
2. Quemaduras en la cocina o con bebidas calientes
En muchas casas, la cocina no es zona restringida. Ollas al borde, cafeteras accesibles o tazas con líquidos calientes son comunes. Un tirón accidental puede causar quemaduras serias.
Esto ocurre especialmente en reuniones familiares, cuando hay muchas personas y menos supervisión directa.
Tip clave: evita cargar a tu hijo cerca de estufas o mesas con bebidas calientes.
3. Intoxicaciones por medicamentos o productos de limpieza
Lo que tú guardas bajo llave, otros lo dejan a la vista. Medicamentos en burós, vitaminas “masticables” o productos de limpieza bajo el fregadero son un riesgo real. Los niños no distinguen entre un dulce y una pastilla atractiva.
Importante: guarda cualquier sustancia peligrosa fuera de su alcance mientras estén ahí.
4. Atragantamientos con objetos pequeños
Monedas, pilas de botón, piezas de decoración o juguetes de hermanos mayores suelen estar al alcance. Las pilas, en particular, pueden causar daños graves en minutos. Este tipo de accidentes ocurre en silencio y muy rápido.
Prevención básica: revisa mesas bajas y pisos antes de que tu hijo empiece a jugar.
5. Ahogamientos en tinas, albercas o cubetas
No necesitas una alberca para que exista riesgo. Una tina llena, una cubeta con agua o una fuente decorativa pueden ser suficientes, sobre todo en bebés y toddlers.
La supervisión constante es clave, incluso en casas familiares.
Regla de oro: si hay agua, hay riesgo.
6. Mordeduras de mascotas
Aunque “nunca muerde”, los animales reaccionan distinto ante niños que no conocen. Jalones de cola, ruidos fuertes o movimientos bruscos pueden provocar una mordida.
Mejor opción: no dejar solos a niños pequeños con mascotas ajenas.
