Te interesa: ¿Qué causa pérdida auditiva en niños?
La audición es un elemento clave para el desarrollo del lenguaje y la comunicación desde los primeros días de vida. Por eso, detectar a tiempo cualquier problema auditivo en los bebés es tan importante. Cuando un niño no escucha bien, presenta dificultades para aprender a hablar, reconocer sonidos o relacionarse con su entorno. En cambio, si se identifica una alteración auditiva de manera temprana, se pueden tomar medidas oportunas que le permitan desarrollar todo su potencial y crecer en un ambiente lleno de sonidos, palabras y aprendizaje.
Pero, ¿cuáles son los métodos de evaluación auditiva en niños?
Existen diversos métodos para detectar los problemas auditivos en diferentes etapas del desarrollo infantil.
Al nacimiento, antes de salir del hospital, se deben aplicar pruebas de detección llamadas “tamiz auditivo”, que permiten identificar si el bebé escucha adecuadamente. Estas pruebas son rápidas, seguras y no duelen. Su objetivo principal es descubrir posibles pérdidas auditivas de nacimiento, que se originan, generalmente, por alteraciones en el oído interno o en el nervio auditivo. Detectarlas a tiempo facilita iniciar una atención temprana que mejora notablemente el pronóstico del niño.
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No todos los problemas auditivos aparecen al nacer. En los primeros años es común que los niños tengan otitis media, una inflamación o infección del oído medio que puede causar pérdida auditiva temporal y, si es recurrente, dejar secuelas más duraderas.
En etapa preescolar, papás y maestros deben estar atentos a señales como:
- No responde cuando le hablan.
- Sube mucho el volumen de la televisión.
- Tiene dificultad para pronunciar algunas palabras.
Cuando sospechamos que algo no está bien, el primer estudio es la timpanometría o impedanciometría. Es rápido, no duele y nos ayuda a saber si hay líquido o inflamación en el oído medio.
Según el resultado, el siguiente paso es una audiometría infantil.
En edad escolar, además de las infecciones recurrentes, pueden aparecer pérdidas auditivas progresivas o neurosensoriales que se desarrollan lentamente a lo largo del tiempo. Éstas pueden estar relacionadas con factores genéticos, infecciones virales o bacterianas, entre otros. Los exámenes auditivos periódicos en la escuela o en revisiones pediátricas son clave para identificarlas, pero cualquier niño que tenga problemas de aprendizaje, comportamiento o atención en clase debe ser evaluado. En estos casos el estudio que realizamos es la audiometría infantil, en la que el niño nos responde a diferentes tonos y le pedimos que repita palabras.
Algunas recomendaciones
La vigilancia auditiva debe mantenerse más allá del nacimiento. Los padres, educadores y profesionales de la salud tienen un papel fundamental en observar, preguntar y actuar frente a cualquier sospecha. Los métodos de detección han avanzado enormemente y cada vez ofrecen resultados más precisos, pero su eficacia depende, en gran parte, de la constancia con que se apliquen a lo largo de la infancia. Escuchar bien es esencial para aprender, comunicarse y disfrutar plenamente del mundo que nos rodea.
La detección temprana no solo beneficia al bebé, sino también a su familia, al brindarles la tranquilidad de saber que cuentan con la información y el apoyo necesarios. En muchos casos, los padres no notan de inmediato que su hijo tiene dificultades para oír, ya que los signos pueden ser muy sutiles. Por eso, es esencial realizar las revisiones auditivas recomendadas y prestar atención a cualquier señal de alerta. Detectar a tiempo hace una gran diferencia: cada sonido identificado, cada palabra comprendida, abre un nuevo mundo de posibilidades para el niño.
