Crecen viendo que es posible compatibilizar ambos mundos
Cuando tus hijas observan cómo equilibras trabajo y familia, aprenden que se puede manejar ambos mundos. Ven cómo haces malabares bajo presión, lideras equipos y afrontas fracasos. Aunque quizá no estés presente en cada primer día de clases o en cada presentación de baile, ellas presencian tu capacidad de reinventarte y tu resiliencia frente a los retos.
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Este ejemplo no solo les enseña habilidades prácticas, sino que también desarrolla en ellas independencia, curiosidad y confianza para asumir responsabilidades. Además, comprenden que es posible negociar, liderar y crecer profesionalmente sin dejar de cuidar de quienes aman.
Impacto emocional y social
El estudio también muestra que las hijas de madres trabajadoras tienden a establecer relaciones más equitativas y a compartir responsabilidades en la adultez. Crecen con un modelo de liderazgo y colaboración que fomenta la empatía y la autonomía. Es un recordatorio de que tu trabajo tiene un impacto mucho más allá de lo económico: forma la manera en que tus hijos perciben el mundo y a sí mismos.
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Rompiendo la culpa
Es hora de alejarnos de la culpa que muchas madres sentimos por no estar presentes en cada momento. Tu trabajo remunerado o tu carrera profesional puede ser una fuente de inspiración y aprendizaje para tus hijas. Y claro, reconocemos que ser madre en casa también es un trabajo inmenso: todas las madres trabajan, porque criar requiere esfuerzo, dedicación y amor diario.
Tu rol como madre trabajadora va más allá de lo visible: estás enseñando a tus hijas que se puede liderar, reinventarse y crecer con independencia y empatía. Tu ejemplo es un regalo que las prepara para la vida adulta, mientras seguimos reconociendo y valorando a todas las madres, sin importar el escenario laboral en el que se encuentren.

