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¿Eres «doña perfecta» en la alimentación de tus hijos? Ojo con lo que eso provoca

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¿Eres de esas mamás que sienten que todo lo que comen sus hijos tiene que ser ‘perfecto’? Es importante conocer los riesgos de esta manera de pensar.

Creer que debes ser una mamá perfecta parece lo mejor. Sin embargo, cuando tus estándares se vuelven demasiado estrictos, pueden generar problemas graves en cómo tus hijos ven la comida.

¿Qué dice la ciencia sobre ser la mamá «perfecta» y la relación con la comida?

Un estudio reciente en BMC Psychiatry encontró una relación clara entre el ser perfecto de los papás y patrones de alimentación desordenada en niños de 6 a 11 años.

Ese perfeccionismo se manifiesta cuando tienes expectativas muy altas, eres crítico o impones reglas inflexibles. Esa presión genera estrés que se transmite al niño.

Además, se menciona dentro del estudio que estas conductas pueden aumentar el riesgo de episodios llamados «binge eating» o atracones impulsivos con la comida. También se muestra cómo se vincula con trastornos como la bulimia, anorexia y ortorexia.

Si te interesa, también puedes leer: Alimentación de calidad: ¿Es saludable o ultraprocesado?

Mucho ojo con estas conductas: 

Para evitar que tus hijos desarrollen una relación tóxica con la comida, tienes que estar muy atento a estas señales:

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  • No límites que vayan a alguna fiesta de sus amigos por miedo a que este lleno de comida chatarra.
  • No digas como  “comiste algo malo” o “la comida saludable es lo único que debes comer”. Eso les puede generar un sentido de culpa.
  • Tu hijo se siente angustiado antes de las comidas, rechaza alimentos específicos o está muy preocupado por las calorías o categorías de comida (por ejemplo, “grasa”, “azúcar”).

Lee también: Tips para papás preocupados por la alimentación de sus hijos

¿Qué hacer para cambiar el enfoque? 

Para dejar de ser la mamá «perfecta» y limitar la relación con la comida a tus hijos, intenta hacer estos pasos:

  1. Sé un modelo auténtico: Muéstrale que tú también comes todo tipo de comida, que a veces disfrutas algo poco “saludable” sin culpa. Recuerda que lo que haces tiene más impacto que lo que dices.
  2. Evita las críticas: No uses términos como “comida buena” o “comida mala” ni digas que ciertos alimentos te hacen “malo”.
  3. Involucra a tus hijos en decisiones: Haz que participen: elegir ingredientes, cocinar o planear el menú.
  4. Practica la flexibilidad y admite tus errores: No necesitas tener reglas estrictas, si te equivocas, di que cambiaste de opinión.

Al momento en el que tú sueltas este sentimiento de que toda sea perfecto y reglas rígidas, vas a hacer que tus hijos tengan una mejor relación con la comida, sin culpa ni presión.

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