La gripa, el resfriado, la influenza y el virus respiratorio sincital (VRS) son las enfermedades más comunes durante octubre y diciembre. Se dice que en México, el 40% de los casos se presentan en niños durante este periodo porque sus defensas bajan y los virus están más fuertes que nunca.
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Te compartimos algunos consejos prácticos para que tu hijo este sano y salvo durante los meses de otoño e invierno.
1. No al contacto cercano
De acuerdo con el pediatra Robert Amler, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, dice que el distanciamiento social es clave para evitar que se propaguen las enfermedades respiratorias. En caso de ir a eventos masivos, fiestas o reuniones es importante el uso de cubrebocas y gel antibacterial.
2. Limpiar y desinfectar
Muchas de estas enfermedades se propagan por contacto cercano con gotitas del virus. Por eso es tan importante limpiar y desinfectar las superficies donde haya más contacto por parte de la familia. Como las manijas de las puertas, cubiertos, interruptores de luz. etc.
3. Buscar atención médica profesional, ¡no te automediques!
Muchos estamos acostumbrados a que, en cuanto sentimos el primer síntoma, nos tomamos lo que nos habían mandando cuando nos enfermamos, el remedio de la abuelita o escuchamos la recomendación que nos dio la amiga. ¡Esto es un error fatal y más si lo haces con tus hijos!


No hay nada como un doctor te revise, evalúe tu caso y te de el mejor tratamiento para resolver la enfermedad.
4. Estar al día con las vacunas
Las vacunas no solo protegen a cada persona contra virus como la influenza o el COVID-19, sino que también ayudan a reducir la propagación en casa y en la comunidad, protegiendo a los más vulnerables como bebés.
Sabemos que no existe una fórmula mágica para evitar al 100% las enfermedades respiratorias. Aun con vacunas, buena higiene y cuidados, tu familia puede llegar a enfermarse.
Pero no te asustes: la mayoría de los casos se resuelven en casa con descanso, líquidos y los cuidados de siempre. Eso sí, si notas que tu crío (o tú) no mejora, lo mejor es no esperar: llama a tu pediatra de inmediato o acude a urgencias para recibir la atención adecuada.