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Dormir bien = mejor desarrollo emocional y cognitivo de tus hijos

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Dormir bien va más allá de descansar… influye en el cerebro de tus hijos. Por eso hay que revisar que lo hagan bien desde bebés.

Desarrollo Emocional
Además de que los hijos se ven hermosos dormidos, ese momento del día en que los vemos tapaditos y con los ojos cerrados nos permite ponernos una palomita de “un día más logrado” y dedicarnos un tiempo especial a nosotras (y si hay, a nuestra pareja). Pero más allá de eso, sabemos que el sueño es fundamental para su desarrollo.

Lee también: ¿Por qué es tan importante que tu bebé duerma bien?

Entender lo que pasa en el cerebro de nuestros hijos mientras duermen nos hace más conscientes de la importancia de respetar y cuidar su descanso.

Dormir no es solo descansar: el sueño conlleva un proceso activo donde el cerebro se reorganiza, consolida aprendizajes, regula emociones y, literalmente… crece.

¿Qué pasa en el cerebro del niño mientras duerme?

Durante las fases profundas del sueño y el sueño REM, el cerebro procesa todo lo que vivimos en el día: lo que aprendimos, sentimos, lo que nos costó trabajo y también lo que nos dio alegría. En ese tiempo, se fortalecen las conexiones neuronales, se consolida la memoria y se regula la actividad de áreas clave como la corteza prefrontal (que ayuda a planear, tomar decisiones, controlar impulsos, manejar emociones y mantener la atención) y el hipocampo (clave para la memoria y el aprendizaje).

Según estudios de la Universidad de Rochester, durante el sueño el cerebro también elimina desechos neurotóxicos, lo que favorece un ambiente saludable para su desarrollo.



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Además, es en el sueño profundo cuando se libera la hormona del crecimiento, especialmente entre las 9 p. m. y las 12 a. m. Nuestro cuerpo funciona con un reloj biológico interno —el ritmo circadiano— que regula cuándo se activan ciertos procesos, incluida la producción de esta hormona vital para el crecimiento y la reparación celular.

Por eso, cuando los niños se duermen temprano, coinciden mejor con esta ventana de oportunidad. Si se acuestan tarde, aunque duerman las mismas horas, esa sincronía se pierde y la producción hormonal puede ser menor, afectando su crecimiento a largo plazo.

¿Y qué pasa cuando no duermen bien?

La falta de sueño altera el equilibrio emocional y cognitivo de los niños: se vuelven más irritables, impulsivos, distraídos y tienen más dificultades para aprender.

De acuerdo con Beattie, en una investigación publicada en Nature and Science of Sleep, la privación crónica de sueño en la adolescencia también se relaciona con mayor riesgo de depresión, ansiedad y bajo rendimiento escolar.

El Dr. Matthew Walker, neurocientífico y autor de Why We Sleep, afirma que incluso una sola noche de mal sueño puede reducir la capacidad del hipocampo para almacenar recuerdos nuevos, lo que afecta directamente el aprendizaje.

¿Cómo ayudarlos a dormir mejor?

Primera infancia (0–2 años):

  • Crea rutinas predecibles y tranquilas antes de dormir: bañarlo, darle de cenar, bajar las luces, cantarle suavemente…
  • Acompaña su sueño con presencia y calma, sin prisa.
  • Respeta el ritmo de tu bebé sin compararlo con otros. No todos los bebés duermen igual, y eso es normal.

Etapa preescolar y escolar (3–11 años):

  • Mantén horarios consistentes, incluso los fines de semana.
  • Evita el azúcar en la cena y la exposición a pantallas al menos una hora antes de dormir.
  • Incluye rituales afectivos como cuentos, meditaciones guiadas o música suave que puedan compartir.
  • Valida si siente miedos nocturnos, y ofrécele seguridad emocional.
  • Adolescencia (12+):
    Habla abiertamente sobre el impacto del sueño en su cuerpo, estado de ánimo y rendimiento escolar.
  • Hazlo partícipe al establecer límites con videojuegos, celular y redes sociales (si ya tiene acceso).
  • Fomenta espacios de descanso emocional: momentos tranquilos para hablar de su día, expresar lo que sienten y darse amor sin prisas ni juicios.

Sé ejemplo cuidando también tus propios hábitos de sueño.

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