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Un balance entre el trabajo y las vacaciones
Aquí algunos consejos que vienen directo de algunos de los mejores pedagogos y profesionistas de la salud infantil:
1. No intentes replicar el ritmo escolar: seguramente no vas a poder llenar seis horas de actividades educativas diarias. ¿Y sabes qué? No pasa nada. Si un día ven más TV de lo normal o están con el iPad, es normal, déjalos. También es una etapa para descansar de la rutina escolar.
2. Organízate, pero abierta a la flexibilidad: haz una planeación semanal: cuándo necesitas apoyo de tu mamá, de tu pareja o incluso de otras mamás de compañeros de tus hijos, y qué actividades pueden hacer tus hijos de forma independiente.
3. Involúcralos en tu rutina: anticípate tú —y anticípalos a ellos— en caso de que vayas a tener una llamada importante. Déjales una actividad “especial” mientras tú llevas a cabo tu llamada. La idea es que ellos también sientan que tienen una misión.

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4. Establece bloques de trabajo: si tu trabajo te lo permite, divide el día laboral entre mañana y noche, de tal forma que, mientras tus hijos duermen o alguien más te ayuda a acostarlos, puedas aprovechar ese espacio para full enfoque en tu chamba.
5. Asigna dos actividades “de responsabilidad” a tus hijos: de tal modo que, aunque sea por un bloque de una o dos horas del día, estén ellos también enfocados en realizar esa actividad. Si te funciona, pídeles que recojan su cuarto o que te ayuden a despejar las hojas del jardín. No tiene que ser algo mega complicado, pero sí una actividad muy visible: que se note cuándo empieza y cuándo termina.
Y finalmente, pero no menos importante, no olvides pedir ayuda si la necesitas. Hay muchas mamás que están en la misma situación que tú, así que si encuentras tu red de apoyo en personas que se encuentran en la misma situación seguramente podrías aliviar un poco la carga.
Al final, recuerda que esta etapa es una que puede marcar la memoria de tus hijos para toda la vida, así que intenta relajarte y recuerda que solo dura unas cuantas semanas.