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Cómo dejar de darle cringe a tus hijos adolescentes

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¿Sientes que das pena ajena a tus hijos adolescentes? Aquí te decimos cómo mejorar tu relación con ellos sin dejar de ser tú.

cringe adolescentes
Llegó ese temido momento: tu hijo adolescente ya no quiere que lo abraces en público, que le tomes fotos en ocasiones especiales, pone los ojos en blanco cada que hablas y parece que todo lo que haces le da “cringe”. Es una etapa normal, pero también una oportunidad para ajustar la forma en que te relacionas con él o ella sin renunciar a tu esencia. ¿Quieres saber cómo dejar de darle cringe a tus hijos adolescentes? Aquí las respuestas.

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¿Por qué les das pena si antes eras LO MÁXIMO?

Durante la adolescencia, el cerebro está en plena remodelación. Parte de este proceso implica que empiecen a formar su propia identidad. Para lograrlo, necesitan marcar distancia con sus figuras de autoridad… o sea, tú.

Según la psicóloga Lisa Damour, experta en desarrollo adolescente, es completamente normal que tu hijo empiece a cuestionarte, criticarte o alejarse un poco. No es personal. Es parte del camino hacia la independencia.

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Las cosas que más les dan pena… y cómo dejar de darle cringe a tus hijos adolescentes

1. Hablar como si fueras de su generación. Decir “bro”, “perreo” o “chill” con acento de TikTok les puede dar risa una vez… pero si lo haces todos los días, tu hijo va a querer que te calles para siempre. Mejor sé tú misma porque ellos saben cuándo es actuado.



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2. Sobreexposición en redes sociales. Subir sus fotos sin permiso, etiquetarlos en todo o comentar con muchos emojis puede hacer que quieran borrar su cuenta. Antes de publicar algo de ellos, pregunta. Te sorprenderá lo que te contestan.

3. Contar historias de oso frente a sus amigos. ‘Es que de chiquito le gustaba hacer…» Sabemos que los chismes de cuando usaba pañal son buenísimos… para ti. Para ellos, son una pesadilla. Esto es de lo más difícil de hacer, hay algo dentro de todos las mamás que dice: cuéntalo, cuéntalo.

Sigue siendo tú

No tienes que convertirte en una «mamá cool» que vive para gustarle a su adolescente. Eso sería actuar desde la inseguridad. Lo importante es ser una adulta emocionalmente madura que entiende que su hijo está creciendo y que necesita ciertos cambios en la dinámica familiar.

Ajustar tu forma de comunicarte, darles espacio y respetar sus decisiones (aunque no siempre las entiendas) es una forma de mostrar amor sin sofocar. El equilibrio está en demostrar que estás presente sin estar encima.

La conexión con un hijo adolescente no siempre se ve como antes. A veces es más silenciosa, más sutil, pero no menos valiosa. Estar disponible, sin presionar, es lo que al final más cuenta.

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