10 Cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice
1.Bañarte con calma será cosa del pasado
Si eres de las que te gustaba hacer del baño, un ritual para sentirte fresca o renovada, si solías aplicarte la mascarilla o el tratamiento en el pelo, o aprovechar para depilarte o simplemente ducharte en calma… ¡olvídalo! Con un bebé, bañarse parece un lujo. Cuando tenemos unos minutos lo hacemos a toda prisa y aún cuando alguien más cuide al bebé, tenemos la idea de que nadie lo hace como nosotras entonces siempre estamos contra el reloj o parecemos locas porque creemos que el bebé llora y abrimos el cancel y cerramos la llave de la regadera para escuchar, hasta que nos gana la duda y mejor terminamos a toda prisa. Luego el bebé crece y ni la ducha ni el sanitario serán privados. Siempre estás rodeada hasta para ir al baño, te hablan a través de la puerta, te pasan cosas por debajo, te tocan si estás encerrada, se quieren bañar contigo, y el concepto de “privacidad” se vuelve ajeno y desconocido.
2. Dormir bien ¿qué es eso?
Sobre esto nos advierten un poco más: “duerme mientras puedas”, “duerme mientras duerme tu bebé”, “olvídate de dormir en los primeros meses”, lo cierto sobre las cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice, en especial el sueño es que:
1)NO es acumulativo, por más que aproveches dormir no te cuenta a favor
2) Cada bebé es distinto y el sueño es un proceso evolutivo de maduración, va a cambiar constantemente
3) Una vez que eres mamá, el sueño ya no será parte de tu vida porque la idea de que nuestros hijos nos quitan el sueño es “literal”. Al ser pequeños porque nos necesitan y al ser mayores porque también nos necesitan y nosotros necesitamos que estén bien, y todo lo pendiente lo queremos resolver al menos mentalmente cuando nos vamos a dormir… así que bye bye dormir bien.
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3.Disfruta tu melena mientras la tengas
No es una regla absoluta en todas las mujeres, pero en el postparto (con o sin lactancia) el pelo se cae y mucho, o cambia nuestro funcionamiento hormonal y se reseca y para ello no sirve ni cortarlo ni nada, es un proceso fisiológico que se regula con el tiempo y las “scrunchies” del infierno se vuelven tus mejores aliadas, el peinado de “cebollita” es tu look arreglado y la coleta baja el “casual”… Nada que sea importante pero, a veces a algunas nos afecta. Por eso no podíamos dejarlo fuera de la lista de cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice.
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4.El “amortz” cambia de ritmo y frecuencia
Tampoco le pasa a todas, pero si a una gran mayoría, la chispa sexual a veces se baja tanto que juramos que se extinguió, o nos cuesta de pronto mantenerla viva. ¡Es común, pero no te acostumbres!, el sexo si cambia por muchas razones: la lactancia, no sentirnos cómodas con nuestro cuerpo, inseguridades del papá, falta de tiempo o de energía, indicación médica, cambios de estado de ánimo… etc. No te vayas al hoyo negro creyendo que será el resto de tu vida, pero tómate tu tiempo y ve asimilando los cambios poco a poco, recuerda que la sexualidad comienza con la comunicación y que sí tienes que ayudarte para que el sexo feliz y en plenitud regrese a tu vida siendo mamá.
5.La talla nos atormenta
Una de las cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice es que puede ser que tengas una genética privilegiada y regreses a tu talla en dos semanas después de tener a tu bebé, pero, a la mayoría no nos pasa ese milagro y nos toma mucho tiempo lograrlo (si se logra) y es que las expectativas son bastante irreales en el tema. Está bien si cambias de talla hacia arriba o hacia abajo, importa que estés bien de salud y que recuerdes que te tomó casi 10 meses ajustar tu cuerpo para tener un bebé, mínimo 10 meses después es un tiempo razonable para regresar a tu talla, pero el cuerpo cambia, y las hormonas, y y hasta nuestro estilo, así que trata de relajarte un poco y de disfrutar más. No te tortures por la talla.
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6. Te vuelves Dory
El cansancio y las múltiples ocupaciones y preocupaciones nos afectan la memoria corta (y la de largo plazo también), hay cientos de cosas que juras tener en la punta de la lengua y se te olvidan, otras tantas no las haces, y sientes que la concentración simplemente no se te da. Esto se llama “baby brain” y justo el objetivo es llevar toda nuestra atención al cuidado del crío y por eso nos parece que no funcionamos en lo demás. Todo pasa, no te desesperes, apunta, ponte alarmas y delega. Es un tiempo pero hazte la idea, si te vas a convertir en Dory.
7. Te aprendes los diálogos de series y películas
Aunque jures que no te va a pasar, resulta que acabas por aprenderte diálogos y frases de los personajes favoritos de tus hijos, te cachas a veces hasta tarareando las canciones y/o viendo el canal del crío aunque ya se haya dormido o se haya ido a jugar. Esto es parte del kit mamá.
8. Vas a gritar
A lo mejor te juras la más calmada del universo, te has metido en la vena que los gritos y los castigos no son el camino (y no lo son), pero vas a gritar, si no a tus hijos, alguna vez por ahí a algún inocente tercero que se te cruce en el camino; porque la maternidad agota, la maternidad cansa, nos rebasa y nos hace sentir muchas veces perdidas o frustradas y la manera de sacar un poco de presión es con un buen grito. Si te llega el momento, ni modo, suéltalo y perdónate, trata de que no sea la regla pero no te llenes de culpa, nos pasa a todas. Nadie dijo que esto fuera fácil.
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9. Vas a esconder comida
No porque sea prohibida o haga daño, sino porque todos te piden de lo tuyo y lo acabas dando gustosa, así que de vez en vez te vas a guardar el chocolate para ti sola y lo mismo con las compras: los críos siempre irán primero que nosotras, así jures que esta vez si te vas a comprar “eso” que necesitas, es altamente probable que salgas con “algo” para tu bebé o tus hijos y tu te dejes para después, porque el dulce arte de ser madre nos lleva a darlo todo. Por eso no podíamos dejarlo fuera de la lista de cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice.
10. La culpa te va a acompañar muchas veces
Porque parece broma pero las mamás nos sentimos mil veces culpables por tantas y tantas cosas que perdemos la cuenta: que si trabajo, que si no trabajo, que si pañal de tela y el agua que desperdicio, que si mejor desechable y lo que contamino; que mejor nana, que mejor no; que lo cargo mucho, que mejor no; que duerma solo, que mejor no; que me voy por un café, que mejor no; que quiero regresar a la escuela, que mejor no; y esas son las culpas leves, hay otras que si nos sacan las lágrimas porque nadie nace siendo mamá y esto va de prueba y error. A veces rockeamos y otras nos vamos a equivocar y nuestros hijos mayores (queramos o no) van a ser nuestros experimentos en la vida. Y a veces, vamos a repartir las culpas (con la pareja, con los maestros, con los abuelos), ni modo, es lo que es. Sucede por un sin número de razones: errores reales, ignorancia, malas decisiones, sistemas de creencias, lealtades familiares, por quedar bien, por compensar al crío… en fin. La culpa va a estar, solo no dejes que te paralice o se estacione junto a ti, úsala para hacerlo mejor a la siguiente o para hacer conciencia y sácala de tu vida.
Ser mamá no es y no será fácil para nadie, pero estas cosas que cambian cuando eres mamá y nadie te dice te serán útiles para estar preparada. Ten en cuenta que nuestra vida cambia con la maternidad, la mente, el cuerpo, el cerebro, los pensamientos, las prioridades y hasta la forma de usar la cartera… es así. Pero te vas a llenar de alegrías, te vas a llenar de momentos mágicos y otros tantos de locura y los leggins van a ser tu uniforme de mamá, y te vas a comer las sobras del pastel del plato del crío, y a veces hasta te vas a poner el cubrebocas de ellos porque se te olvidó el tuyo.
Dicen y dicen bien, ¡Disfruta el viaje! Porque los hijos son niños una vez, pero nosotras somos madres toda la vida.