¿Por qué la neuroeducación te ayuda en la crianza de tus críos?
El quiénes somos y seremos durante toda nuestra existencia nace y se desarrolla en nuestro cerebro a lo largo de toda nuestra vida y nosotras como madres y padres, tenemos el poder y el privilegio de definir cómo se desarrolla el cerebro de nuestros hijos.
Cada vez más los neurocientíficos nos ofrecen mayor y mejor conocimiento acerca de cómo funciona el cerebro en las distintas etapas de la vida, pero lo más importante es que nos ayuda a entender las bases biológicas de nuestra conducta.
La neurociencia estudia nuestro sistema nervioso, cuyo panel de control es ese extraño, increíble, complejo y admirable órgano que es el cerebro; y educar desde esta rama hoy nos permite tomar ventajas al conocer el funcionamiento del cerebro, utilizar lo que se conoce como la neuroeducación.
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Ahora sabemos, por ejemplo, que los niños y niñas nacen con una cantidad pequeña de neuronas que durante las primeras semanas y años de vida se multiplican por miles para alcanzar más de 80 mil millones y más de 7 mil conexiones por cada una. Todo esto forma un cableado de nervios que mide más de 150 mil kilómetros.
Nosotros como madres y padres somos los responsables de la creación de neuronas minuto a minuto, así como del enramado de este complejo cableado y su sano desarrollo; es decir, practicar la neuroeducación.
Cuando papá o mamá vemos a nuestro bebé o le sonreímos, le abrazamos o le enseñamos a caminar, a hablar, a realizar un juego, etcétera, se genera una red neuronal en ese preciso momento. Es decir, que nuestros hijos tengan redes neuronales sanas en todos los sentidos de la palabra depende en buena medida de las madres y padres.
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Con toda esta base de conocimiento científico está naciendo la neuroeducación, que hoy trata de entender cómo es el proceso de aprendizaje para así poder adaptar las formas en cómo educamos o enseñamos a los críos.
Ahora sabemos que el proceso de aprendizaje en los primeros mil días de vida de nuestros hijos es enorme y lo más importante del caso es que este aprendizaje lo integrará a su vida para no olvidarlo nunca.
La cantidad de cosas que aprenden nuestros hijos en la primer infancia, de los 0 a los 8 años es una barbaridad; es la etapa en la que más aprendizajes adquirimos. Aprendemos todo: a hablar, a caminar, a pensar, a expresar nuestras necesidades, nuestras emociones, a relacionarnos con el entorno, es decir, vamos convirtiéndonos en personas.
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Así como ahora sabemos cómo se forman las redes neuronales, también sabemos que cuando una neurona se muere ya no se regenera pero es muy importante saber que si estás aprendiendo o teniendo nuevas experiencias el cerebro va creando siempre y a lo largo de toda la vida nuevas redes neuronales. Además sabemos que contamos con un cerebro con una enorme plasticidad, es decir que modifica su funcionamiento, incluso algunas partes cambian de tamaño en función de qué tanto estamos aprendiendo o no. Lo que no se usa se muere, lo que se estimula, crece.
Los expertos afirman que el conocimiento científico de cómo se desarrolla el cerebro de nuestros hijos e hijas y el proceso de cómo aprenden está generando un cambio y un impacto profundo en la educación.
Artículo de la Dra. Laura Carrera
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