Podrías confundirla con un problema de conducta al notar a tu hijo menos entusiasta que antes, pero mantente alerta porque su salud está de por medio. Aprende a identificar si tu hijo padece anemia infantil.
Todo sobre la anemia infantil
En términos generales es una enfermedad en la que el cuerpo no tiene la cantidad adecuada de glóbulos rojos sanos, los cuales se encargan de suministrar el oxígeno a los tejidos corporales. En consecuencia, tu hijo se puede sentir débil y fatigado, lo que sin duda interferirá en su desarrollo, desempeño escolar e interacción social.
Causas de la anemia infantil
Casi siempre tienen que ver con la nutrición. La falta de hierro es lo que la provoca generalmente. En este caso se conoce como ferropénica.
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La insuficiencia de este mineral se genera por:
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- Una alimentación baja en este elemento
- Incapacidad del organismo para absorberlo
- Crecimiento rápido (sobre todo en el primer año de vida y en la adolescencia)
- Pérdida de sangre por el tubo digestivo o debido a la menstruación
Los preescolares y escolares necesitan en promedio un miligramo al día, pero debido a que sólo asimilan 10% de lo que consumen, es importante que ingieran de ocho a diez diarios. Para los lactantes el riesgo es menor porque captan hasta tres veces más mediante la leche materna pero no significa que estén exentos. De hecho se presenta con más frecuencia entre los nueve y 24 meses de edad; por ello, luego del medio año de vida es recomendable la incorporación de otros alimentos con alto contenido en hierro.
¿Sabías que aproximadamente 50% de los niños menores de 3 años padece anemia infantil?
Síntomas de la anemia
Pueden incluir aspectos físicos y psicológicos, por ejemplo:
- Piel pálida por la falta de hemoglobina
- Dificultad para respirar
- Mareos
- Trastornos en la conducta
- Mal humor
- Pérdida de apetito
- Dolor de cabeza y lingual
- Crecimiento lento
- Uñas quebradizas
- Sangre en las heces
- Menor adaptación y muestra de afecto
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¿Cómo se detecta?
A través de un análisis de sangre llamado hematrocito que mide la hemoglobina y evalúa el tamaño y forma de los glóbulos rojos, lo que definirá el tipo de anemia.
Del mismo modo, el pediatra realiza un examen físico e indaga sobre los antecedentes familiares del paciente, su dieta y estado de salud general.
Algunas veces examinará las heces fecales para detectar si hay o no presencia de sangre.
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¿Cuál es el tratamiento contra la anemia infantil?
Dependerá de la gravedad y su duración se determinará con base en los resultados obtenidos en los exámenes de control posteriores. Las dosis que serán señaladas por el médico incluye sulfato ferroso (suplemento) y una dieta que debe integrar:
- Carne (pescado, pollo, res)
- Vísceras (hígado, mollejas)
- Mariscos (de concha)
- Huevo (en especial la yema)
- Verduras (brócoli, col, remolacha, espinacas, chícharos)
- Frutas (mango, uva, ciruela)
- Leguminosas (frijoles, lentejas)
A fin de mejorar su absorción es importante complementar las opciones anteriores con vitamina C, la cual podemos encontrar en cítricos como la naranja y el limón.
Por otro lado, lo mejor es disminuir la ingestión de leche y lácteos, ya que generan el efecto contrario.
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El cerebro de los niños
El hierro es indispensable para su funcionamiento puesto que gracias a él se dan las conexiones neuronales y funcionan de forma correcta los neurotransmisores, es decir, las sustancias químicas que posibilitan la transmisión de la información.
En consecuencia, si su nivel no es el óptimo tendrán dificultades para aprender y su desempeño escolar irá en descenso.
Factores de riesgo
Algunos niños tienen mayor probabilidad que otros para desarrolla la anemia infantil, por ejemplo aquellos que fueron prematuros, tuvieron bajo peso al nacer o bien sufren de obesidad y mantienen hábitos alimenticios inadecuados. De ahí la importancia de recibir atención pediátrica desde el inicio.
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Vitamina B12
La carencia de este nutriente, fundamental en el metabolismo y mantenimiento del sistema nervioso central, también puede dar paso a esta enfermedad. Para adquirir la cantidad suficiente conviene comer carne (de res y aves), mariscos, huevos, productos lácteos y algún complemento si el médico lo aconseja.
Leche con medida
Según la American Academy of Pediatrics (AAP), los bebés deben ser alimentados con leche materna y si se requiere, también con fórmula fortificada. Asimismo, sugiere no darles de vaca a los menores de un año. Ésta disminuye la absorción de hierro y puede irritar los intestinos, lo que quizá derive en pequeños sangramientos que ocasionarán una deficiencia del mismo, por ello no se la ofrezcas en exceso a tu hijo.