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Manual de supervivencia para mamás muy ocupadas

¿Trabajas, haces la comida, atiendes y educas niños, vas al gimnasio, llevas tu propio negocio, meditas, salvas al mundo y un estresante etcétera? Te dejamos este manual para no desfallecer en el intento.

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Ser madre en estos días es cosa complicada, pues todo queda en nuestras manos: la crianza de los hijos, el cuidado de la casa y, por si fuera poco, hay que salir a trabajar y vernos espectaculares. ¿En dónde están las 30 horas que necesitamos cada día? Esta guía te ayudará a sacarle el mayor provecho a las únicas 24 de que tenemos a la mano.

Aquí te dejamos 14 tácticas de supervivencia:

 

1. “Keep Calm, Nothing is Under Control”
(Mantén la calma, nada está bajo control)

 

Hace poco vi una imagen en Facebook con esta leyenda y me quedó claro que aplica para todas aquellas que tenemos hijos y, además, trabajamos. Hay días –y son muchos– en los que no podemos faltar al trabajo porque hay una junta importantísima pero se enfermó uno de los críos, la señora que ayuda en casa no llegó y tu mamá está enferma o se fue de viaje. Tu margen de acción es muy reducido y a ti te dan ganas de llorar … o de librar esas 24 horas como mejor puedas. Así que una de tus máximas debe ser mantener la calma –o al menos intentarlo– incluso en los días más negros. Nada ayuda más a sortear los problemas que una actitud positiva.

 

2. Establece tus prioridades (y tenlas siempre presentes)

 



Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.

Cuando uno está a cargo de todo –y todo parece importante– es indispensable saber a qué vale la pena entregarle tu energía: a ti, a los niños, a tu trabajo o a tu casa. En los primeros meses y años de vida de tus hijos es vital que estés cerca de ellos –hazte a la idea que los seis primeros años son fundamentales para el resto de su existencia– y quizá sea momento de dejar pasar la chamba de tus sueños a cambio de dedicarle más tiempo a ese bebé que te necesita. Las oportunidades vienen y van, y si eres una mujer entregada y comprometida seguro otras oportunidades saldrán más adelante.

3. Para bien y para mal, todo pasa

 

Los primeros años parecen cuesta arriba: el bebé que ya dormía la noche completa empieza a despertarse, los berrinches que creías controlados y a raya, de un día para otro se vuelven incontrolables, la criatura que tomaba leche como si fuera becerro con la ablactación no quiere probar alimentos, salen los dientes, brotan las alergias y una, cansada y con el sistema nervioso al borde del colapso, cree que esa fase de la vida será eterna. En la mayoría de los casos los problemas duran días, semanas o meses y los niños cambian y crecen, así que toma aire y piensa que cuando menos te des cuenta, eso que te atormentaba pasará.

 

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4. Ten una red de seguridad confiable (y amplia)

 

No hay madre trabajadora que haga caso omiso de esta máxima. Tuércele la mano, hazle la llorona y pídele a quien más confianza le tengas que sea la madrina oficial o no oficial de tus hijos y te rescate –a ti o a ellos– ya sea en el día a día o en caso de emergencia. Busca personas confiables (las abuelas y las tías ocupan el primer lugar en estas redes) que puedan hacerse cargo de tus hijos de forma amorosa e incondicional. Si viven lejos de tu casa o de la escuela de los chicos, busca a alguien más cercano a estos lugares que pueda llegar rápidamente en caso necesario.

5. Cocina una o dos veces por semana

 

Contratar a una cocinera puede parecer un lujo pero bien vale la pena. Busca a una persona que vaya una vez a la semana a tu casa y te prepare tres o cuatro sopas, un par de guisados, cueza varias verduras e incluso, te prepare las papillas de tu bebé para congelar. Este plan te ahorrará muchísimo tiempo y no resulta tan caro, piensa que tu familia comerá más saludable y más económico que si compraras comida congelada. Aprovecha para que te lave el refrigerador y saque la comida que ya no sirve. Si cocinas por tu cuenta compra una olla de lenta cocción, algunas son baratísimas y hacen solas las mejores sopas que hayas probado, mientras tú duermes.

 

Revisa: La realidad de ser mamá ‘Godínez’ en México

 

6. Si te ayudan con su cuidado relájate y sé agradecida

 

Cada vez es más frecuente que alguien nos ayude a cuidar a nuestros hijos, especialmente si trabajamos fuera de casa. Si contratas el servicio de una guardería, se vale ser muy exigente y demandar el servicio de calidad por el que estás pagando pero si alguien te está echando la mano de buena voluntad –tu mamá, tu abuelita, tu hermana– no se vale juzgarla y exigirle cómo debe educar a tus hijos (¿de quién son?). Siempre habrá cosas que no te gusten (como que les den un dulce diario) pero pon en una balanza quién está ganado más: ¿tú, al contar con una persona confiable que los quiere aunque no sea perfecta o ella, que está cediendo su tiempo para encargarse de los niños de alguien más?

 

El 44% de las mujeres de 15 años o más, con al menos un hijo nacido vivo trabaja  y de este porcentaje, el 98% combina el empleo con las tareas domésticas  (Fuente: ENOE).

 

 

7. El personal de servicio es la alegría del hogar

 

Si tu economía lo permite, contrata a alguien ya sea de planta, de entrada por salida o que vaya un par de días a tu casa para que tengas más de tiempo para ti y tus hijos. Deja en sus manos la limpieza de la casa, el lavado y el planchado de la ropa; que ellas cocinen y se hagan cargo de todas las labores que puedas delegar. En tu casa también establece prioridades y haz ojos ciegos para aquello que no está como tacita de té. Pregunta entre tus amigas si alguien conoce a alguna persona que pueda ayudarte, indaga en las redes sociales entre amigos o busca en alguna agencia de colocación de personal. Muchas iglesias católicas cuentan con bolsa de trabajo y pueden ayudarte a encontrar a alguien.

 

8. Mantén tu casa ordenada

 

Si está bajo control y se mantiene así, la limpieza será más sencilla y perderás menos tiempo buscando las cosas. Idealmente coloca todo en su lugar una vez que hayas terminado de usarlo (los juguetes en su recámara, el control de la tele en una canasta, las prendas en el cesto de la ropa sucia); si no es posible ten en una habitación una canasta no muy grande ni muy pequeña para colocar lo que está fuera de lugar. Cuando se llene –y no se desborde– pon todo en su sitio.

 

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9.Aprovecha el súper virtual

 

Durante los primeros meses de un bebé difícilmente sabes cuándo comerás, dormirás, te bañarás e incluso, si tendrás tiempo de ir al baño. Si necesitas darte una vuelta para despejarte, déjalo encargado y huye a hacer el súper, pero si de plano no te da la vida, haz tus compras por Internet. Para ahorrar tiempo elabora tu lista conforme se vayan acabando las cosas y piensa que la compra sólo se hace una vez a la semana, de esta forma evitarás también el “virtual shopping” si lo que quieres es ahorrar tiempo y dinero.

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10. No pienses con insistencia cuán cansada estás

 

Lo estás, lo sabes, pero de nada te sirve darle vueltas al asunto y tener tu “cansadómetro”. Dale la vuelta al asunto y piensa que el día estuvo bien y regálate unos minutos para ti. Si tienes tina, se vale que de vez en cuando te metas en ella; si no cómprate unas sales, un aceite relajante de melisa o lavanda y mete tus pies en una cubeta con agua caliente mientras ves la tele; la sensación será de gran bienestar.

 

11. Busca actividades para ti, ya sea sola o con tu bebé

 

Esos primeros meses o semanas antes de regresar al trabajo en las que al principio sólo come, duerme y hace pipí son ideales para darte un poco de tiempo. Sal a caminar, si te gusta correr compra una carriola para ese propósito (hay tiendas de segunda mano donde encuentras gangas en perfecto estado), inscríbete a una clase de yoga o Pilates a las que puedes acudir con él, ve a las sesiones de la Liga de la Leche (son gratuitas y funcionan maravillosamente como grupos de apoyo) o inscríbanse a clases de estimulación temprana. Será tu recreo y esperarás con ansia que llegue tu sesión.

 

Quienes se las ven más complicada son las madres solteras (72% trabaja), las divorciadas (72%) y las mujeres separadas (68%).

 

12. Conviértete en coleccionista de leche

 

La lactancia –especialmente cuando es exclusiva– se parece a un maratón: hay que entrenarse, administrar fuerzas y recursos, además de contar con una buena hidratación. Los primeros meses serás la reina de la abundancia y la leche fluirá en muchos momentos incluso sin proponértelo. Aprovéchala y almacena tanta como te sea posible, no importa que se trate de una, tres o cinco onzas. Si piensas amamantar durante un largo periodo, compra un extractor eléctrico de buena calidad (acabarás en pocos minutos) y ten uno manual para las emergencias (para ir a una boda, por ejemplo), cuenta también con una hielera para no desperdiciar una sola gota (es oro molido).

 

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13. Déjalos que te ayuden (sí, aunque sean muy pequeños)

 

Sigue los pasos de María Montessori y promueve en tus hijos la independencia desde pequeños. Hay niños de un año y pocos meses que son capaces de comer solos, cucharear una sopa y beber de un vaso de vidrio si es del tamaño adecuado; también pueden recoger sus juguetes (al menos algunos) o quitarse los zapatos. Dales el beneficio de la duda y a los tres años podrán vestirse y desvestirse solos, serán ordenados, se lavarán los dientes por cuenta propia y lo mejor de todo, tendrás unos minutos más para ti.

 

14. Enfrenta al toro por los cuernos

 

La vida laboral y la maternidad valen la pena vivirlas, así que aprovecha lo mejor de cada una. ¿Quieres tener tiempo para ti? No lo pierdas evadiendo aquello que no puedes posponer distrayéndote con “cinco minutos en Facebook” o viendo correos electrónicos que sabes que no son importantes. ¿Debes entregar un reporte? No lo dejes para el final del día cuando lo único que quieres hacer es salir de la oficina. Y si lograste sacar adelante un día difícil, siempre, aunque sea por cinco minutos, gratifícate.

 

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