La escasez de líquido amniótico se le conoce como oligohidramnios, en tanto que al exceso se le llama polihidramnios.
La oligohidramnios puede dificultar el parto por falta de humidificación del canal del parto e incrementar el riesgo de deceleración cardiaca fetal. En tales casos, durante el parto, lo más probable es que se haga un reemplazo de líquido (después de ruptura espontánea o artificial), introduciendo solución salina en el útero, cosa que disminuye el riesgo de agotamiento fetal. Si al bebé le falta fluido mucho tiempo puede presentar alteraciones de las extremidades por la inhibición del movimiento.
A veces, la escasez de líquido se asocia con problemas en el tracto urinario del feto ya que la orina del bebé es parte del fluido y la cantidad de líquido puede ser insuficiente si el feto no excreta correctamente.
Para prevenir esta situación de riesgo, es importante que la madre considere lo siguiente:
– Evitar fumar
– Mantener una dieta saludable
– Observar y reportar cualquier signo o síntoma de parto prematuro
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– Mantener estrecho contacto con su médico y permitir la realización de todas las pruebas necesarias
Por otra parte, el aumento patológico del líquido amniótico se puede vincular con:
– Defectos fetales del Sistema Nervioso Central (SNC)
– Alteraciones gastrointestinales como labio leporino o paladar hendido
– Defectos que involucran la vejiga y los riñones del bebé
La cantidad de líquido amniótico varía de acuerdo con la edad gestacional. A las 36 semanas la madre tiene más o menos 1 litro y luego la cantidad tiende a disminuir. Si un polihidramnios no es severa (2 o 3 litros), puede considerarse una situación normal.