Además contiene anticuerpos que lo protegen de enfermedades e infecciones y previene problemas respiratorios y alergias. Para que compruebes por qué es tan especial, descubre todo lo que ofrece:
• Grasas
Son las que más varían en cada toma y suelen secretarse al final, con un aspecto espeso y cremoso. Por ser ácidos grasos esenciales que no están en ningún otro alimento, ayudan al desarrollo neurológico, visual y energético de los niños.
• Carbohidratos
Se encuentran en forma de lactosa, facilitan la absorción de calcio y hierro, y promueven la colonización del lactobacillus bifidus que mantiene un ambiente intestinal ácido para evitar el crecimiento de bacterias, hongos y parásitos.
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• Proteínas
Las principales son caseína y lactoferrina. Son responsables del crecimiento óptimo, la absorción del hierro en el intestino (necesario para combatir las bacterias), la conservación de la flora y además, tienen propiedades antiinflamatorias.
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• Vitaminas y minerales
Salvo la D que se obtiene de la exposición solar moderada, las otras vitaminas y minerales se ganan al amamantar. Previenen la anemia, ayudan a proteger los pulmones y las retinas, y disminuyen las posibilidades de sufrir enfermedades hemorrágicas.
• Agua
Es el componente esencial de la leche materna y representa 88% de cada toma, lo que permite mantener el equilibrio electrolítico del cuerpo del bebé, incluso si vive en climas calurosos. Debido a esto, no es necesario darle líquidos adicionales antes de los 6 meses.
Como ves la lactancia no es sólo un acto de amor, sino una muestra de responsabilidad nutricional con tu hijo. Llévala a cabo desde su nacimiento y mínimo, hasta que comience con sus primeros sólidos.