¿Quieres enseñar a tus hijos a meditar? Sigue estos consejos y verás que es mucho más sencillo de lo que parece.
1. Ten paciencia. Los niños son inquietos y curiosos por naturaleza y les cuesta mucho más trabajo permanecer quietos y en silencio que a los adultos. No esperes que pasen mucho tiempo meditando, con 4 o 5 minutos para empezar está más que perfecto.
2. Hazlos entrar en el mood. Baja la voz unos minutos antes de comenzar y dirígete a ellos de forma suave y pausada, pídeles que respiren profundo junto contigo antes de sentarse/acostarse en una postura cómoda para comenzar.
3. Enséñalos a controlar el cuerpo y los sentidos. Cuando comiencen a meditar habrá sonidos y sensaciones que los distraerán y que deben aprender a ignorar, y, por contradictorio que suene, la mejor forma de hacerlo es enseñarles a prestarle a atención a su cuerpo y al entorno, ¿qué sienten?, ¿qué oyen? Poco a poco se irán acostumbrando.
4. Guía su mente. Dales un paisaje, una emoción e incluso una melodía y pídeles que se concentren en ella y que traten de no pensar en ninguna otra cosa. Deja que los niños elijan su forma de concentrarse; no impongas, simplemente guíalos.
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5. Prueba con mantras. Puedes elegir mantras sonoros como el om mani padme hum o elho’oponopono, o crear tus propias frases que los niños comprendan y que se sientan bien repitiendo, por ejemplo: «no debo temer».
Está comprobado que los niños que practican la meditación son más pacíficos y seguros, tienen una autoestima más elevada y comunican asertivamente sus emociones; además, son más empáticos con otros niños y rechazan el bullying.