Viajes con aventuras inesperadas; detalles en las fiestas de fin de año que sólo tu familia hace; complicidad en pequeñas travesuras cotidianas. De estos ingredientes están hechas esas infancias que hacen increíble la infancia de un niño.
Viajes inesperados. ¿Qué te parece despertar a tu hijo un día y decirle que van a un viaje sorpresa? Puede ser de un par de días y no muy lejos de casa, pero lo importante es que el mensaje que él recibirá es que, en la vida, además de la rutina y los buenos hábitos, cabe la aventura.
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Rituales únicos. Los pequeños logros cotidianos merecen reconocimiento. No siempre tendrás tiempo de detener el ritmo de vida, por lo que tener ciertos rituales fáciles ayuda a darle su lugar a los logros de los niños sin tener que partir el día. Por ejemplo, ese día tu hijo puede comer en un plato especial, que sólo se saca para estas celebraciones y que no se puede utilizar sin una razón valiosa. En las fiestas de fin de año, ¿qué tal jugar “amigo secreto” entre los miembros de la familia?
Dale tiempo. Recuerda que tu bebé no va a tu ritmo. Toma el tiempo necesario para despertar, para vestirlo y darle de comer antes de salir hacia la guardería o la escuela. Aunque tengas prisa, aunque debas despertar media hora antes (si, ya sabemos que el día NO alcanza, pero seguro podrán lograrlo)
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
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Hagan travesuras. Crear una complicidad risueña es un buen promotor del vínculo de confianza y amor que deseas crear con tu cría. Pueden ser cosas casi intrascendentes que nunca afecten a terceros; como oprimir todos los botones del elevador, caminar de espaldas, dejar un libro o un dulce en una banca del parque y espiar quién lo recoge. Esa cercanía lo inspirará toda su vida.
