- Acostarse temprano. La hormona del crecimiento, responsable del desarrollo correcto, se produce en la primera mitad de la noche. Si los niños se van a la cama más tarde de la que deben ya no la aprovechan completamente. Para lograr que duerma lo necesario, cuenta las horas que duerme y trata de ajustar la hora en que se acuesta, no la que despierta. Empieza la rutina de dormir media o una hora antes de la hora.
- Tener buen sueño en el día. Hay que eliminar la falsa idea de que mientras menos duerma en el día, tu hijo más va a dormir en la noche. Lo que acaba sucediendo es que despierta más todavía, un cuerpo con poco descanso de día derivará en una noche llena de despertares, insomnio o comienzos del día muy de madrugada. Las siestas son un gran hábito que debería continuar hasta poco más de los 3 años.
- Dormirse sin ayuda. Poco a poco, evita darle leche, chupón o cargarlo cada vez que se despierta. Todos despertamos durante la noche, pero si el niño se queda dormido con ayuda, la necesitará en cada despertar.
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Sigue las señales de sueño que te da tu bebé para que tome siestas. Estructura el día con una hora fija de inicio de la siesta para que no se desajuste y encuentres estos patrones. Cuida que la última siesta (o la única) no esté cerca de la hora de dormir, recuerda que tampoco se vale poner a dormir a alguien sin sueño.