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La comunicación puede ser de dos tipos: receptiva y expresiva. La comunicación receptiva contempla la capacidad de oír, que se refiere a la percepción del sonido a través de los oídos y la capacidad de escuchar, que se refiere a poner atención a lo que nos están diciendo, y así descifrar el mensaje.
Por otro lado, la comunicación expresiva está relacionada con lo que queremos decir utilizando las palabras y la comunicación no verbal como los gestos, el movimiento de las manos, la postura corporal, etc.
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Los estudios muestran que cuando uno de cada 4 a 5 niños llega a los 2 años de edad, presenta algún tipo de alteración en el lenguaje. Esto implica que un niño en lugar de decir “mamá quiero leche” o frases de tres palabras con sujeto, verbo y predicado, dicen solamente “mamá ah”, sonidos o señalan con “el dedo mágico” lo que desean o necesitan.
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El período crítico para el desarrollo del lenguaje en el cerebro, es el último trimestre del embarazo y en especial los dos primeros años de vida, con especial énfasis en los primeros 12 meses.
Al hablarles claro y puntual a los niños desde el vientre, en especial por la mamá, y durante el primer año de vida, se favorece que vayan distinguiendo los sonidos que conforman las palabras y así desarrolle su lenguaje.
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Un ejemplo de cómo el primer año es fundamental para el desarrollo del lenguaje y la forma de expresión, se puede ver en aquella persona que no habla español y quiere aprender en etapa adulta. Ésta no va a llegar a pronunciar bien ni a hablarlo de la misma forma que nosotros, a diferencia de una persona que hubiera escuchado el acento español en el primer año de vida, ya que ésta podrá utilizar los sonidos y tonos específicos del español.
Esas grandes diferencias están en los estímulos y los ambientes en los cuales se desarrolla el niño. No es lo mismo uno que llega a la primaria a aprender a hablar y a comunicarse con otros porque antes sólo estaba al cuidado de la tableta, de dispositivos móviles, sin que nadie le hablara y los cuidadores adivinaran su pensamiento, que uno al cual le hablaron sus papás, favoreciendo que pidiera lo que necesitaba para propiciar que aprendiera gramática y, por ende, el español.
En resumen, lo que queremos son niños que lleguen listos a aprender en la primaria y para ello es fundamental su desarrollo en las habilidades del lenguaje desde el embarazo.
Así es como puedes estimularlo desde el embarazo y durante su crecimiento:
- Leerle cuentos en voz alta antes de nacer tiene grandes beneficios porque así se transmite la voz desde la garganta hacia el vientre y el niño escucha la voz. Después, leerles cuentos desde el primer año de vida va a permitir que amplíe su vocabulario.
- Hablarle claro y puntual favorece que pidan con palabra lo que quieren y si señala algo, en vez de dárselo en automático, decirle “¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres el vaso con agua de limón o quieres la pelota roja grande? Tratar de utilizar tres adjetivos o tres palabras, tres propiedades asociadas a los objetos.
- En los niños de año y medio a dos años debemos favorecer el que repitan las cosas, por ejemplo, decirle “¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres esto? ¡Sí!, esto es una pelota, repite conmigo: pelota”. Con lo cual se favorecerán que los niños lleguen a tener un lenguaje adecuado, que puedan estructurar oraciones con sujeto, verbo y predicado, que aprendan a expresar lo que quieren y sus sentimientos y así, cuando lleguen a la escuela, aprendan español y se desarrollaren y comuniquen todas sus necesidades y también entender las de los demás.
Esto es muy importante, así que empiecen temprano, cada momento cuenta, háblale claro y puntual a tus hijos y léele desde el embarazo.