¡Fuera abajo!
1. Reconoce qué tanto “acervo” tienes. Esto aplica si sólo guardas una caja con tus afectos o debes sortear las montañas de recuerdos en tus pasillos y recámaras; para diferenciarlo párate delante de cada escenario, obsérvalo y pregúntate: “Si hubiera una emergencia, ¿mi familia y yo podríamos salir sin problema?”
2. Diseña un plan de zonas. Lo más recomendable es empezar con aquellas en las que más estás u ocupas, no brinques a otra hasta que no hayas inventariado lo que estés por sacar; se vale que en este paso aún no decidas qué se va y qué se queda
3. Ve su justo valor. Tu mochila de la primaria, los libros de cálculo que te acompañaron durante noches o las zapatillas de tus 15 años ya tienen sucesores y a nadie beneficia lo obsoleto, ¡no hay motivos para conservarlos!
4. Genera tres categorías y tipos de contenedores: lo que va al bote de la basura irá en bolsas de plástico, lo reciclado o regalado en cajas de cartón y lo que mantendrás en cajas de plástico con tapas resistentes
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
5. Sé realista. Te prometes correr una hora diaria en la caminadora, leer todos los libros de literatura latinoamericana y hornear galletas para tus hijos pero en realidad odias el ejercicio, te gustan sólo las revistas de autoayuda y la repostería francamente no es lo tuyo, ¿te suena conocido?
6. ¡Disfruta el momento de la verdad! Ya que conciliaste y te deshiciste de algunos de tus bienes más preciados, es hora de restringirte aún más. Reduce tu lista a 20 y de ésos quédate sólo con 10; al resto puedes tomarles fotos y hacer un lindo collage o cuadro original, así siempre se quedarán cerca de ti. ¡Suerte!