Es así que el tratamiento de la enfermedad ha tenido cambios importantes en las últimas décadas del siglo XX, dentro de los cuales se encuentra la inmunoterapia, que junto a la cirugía, quimioterapia y radioterapia es pilar en la lucha para erradicarla.
La terapia inmunológica activa el sistema inmune del organismo para ayudarlo a vencer las células expandidas. Los litocitos (células que poseemos) se encargarían de reconocer y atacar a las cancerígenas y brindaría al sistema inmune una memoria de larga duración para que siga atacando a largo plazo en caso de que el cuerpo se infecte nuevamente.
La diferencia con la quimioterapia, por ejemplo, es que se hace de forma selectiva y no en general. De modo que el paciente no sufre de reacciones agresivas como son la caída de pelo, anemia, náuseas, etc.
Hay tres tipos de inmunoterapia:
- Anticuerpos monoclonales
- Inmunoterapias no específicas
- Vacunas
En el primer caso se trata de inyectar células para que funcionen como las defensas naturales del cuerpo; en el segundo se combina la generación de anticuerpos con quimio o radioterapia, y en el caso de las vacunas se trata de activar el sistema inmunológico.
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Ser candidato al también llamado “tratamiento blanco” depende del tipo de cáncer y etapa en la que se encuentre. En la actualidad se habla del uso de tratamientos combinados con la finalidad de que las personas diagnosticadas, tengan una mejor calidad de vida y una esperanza mayor, pero esto depende mucho de las características de cada una, ya que se debe platicar con el oncólogo para determinar cuál es el mejor camino a seguir en la lucha contra la enfermedad.