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Nunca estoy en casa

Qué significa para nosotros estar mucho tiempo lejos de casa y no pasar tiempo con nuestra familia.

A la mayoría de los hombres y mujeres les preocupa que por tener que trabajar para llevar la rienda económica de un hogar, pasan poco tiempo junto a sus hijos. 

La situación es simple: tanto el rol femenino como el masculino han cambiado drásticamente, las expectativas que se tienen acerca de lo que significa ser hombre o mujer no tienen punto de comparación con aquellas que les tocó vivir a nuestros abuelos o a nuestros padres.

En la actualidad, las cosas son complicadas. Se nos educó igual que a nuestros padres, pero la sociedad nos demanda actitudes que entran en conflicto con el papel que históricamente estaba asignado a la mujer: la vinculación con el cuidado de la familia y del hogar; además, nos exige manifestar algo que culturalmente no era nuestro asunto: la posibilidad de expresar el dolor, la preocupación, pero sobre todo, la ansiedad y angustia que nos provocan las presiones de la vida diaria.

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“Bye, papá”

Los hombres muchas veces pasamos 20 horas al día fuera de casa. Estamos en nuestras oficinas, salimos de viaje de negocios, necesitamos visitar a un cliente cuyas instalaciones se hallan en el “quinto infierno”. Cuando llegamos a casa, nuestros hijos duermen plácidamente y nuestra esposa nos recibe probablemente igual de cansada que nosotros: con la mejor intención nos regala una sonrisa seguida de un “buenas noches.”



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A la mañana siguiente, las cosas pueden complicarse, sobre todo si ella trabaja, porque deseamos que nos atiendan, o bien, al “atendernos”, trastornamos el orden familiar que ellas han construido en nuestra ausencia. De esta manera, inician los conflictos, porque nos sentimos como extraños en nuestra casa, y lo que es peor, nuestros hijos comienzan a vernos como cualquier cosa, menos como papás. ¿Cómo resolver esta situación?

Paternidad reloaded

Sin afán de entrar en una discusión sin sentido, primero debemos reconocer que ellas han tenido que conquistar el mundo por muchas razones, por ejemplo, por cciertas desventajas culturales y biológicas. Los hombres, en cambio, hemos visto coartadas algunas de las prerrogativas que nos definían y ahora se nos exige cumplir con actitudes y funciones que antes eran exclusivamente un asunto femenino. Esta situación nos genera angustia, y puede llegar a deprimirnos, porque definitivamente, jamás podremos sentirnos como una mujer, mucho menos cuando se trata de nuestros hijos.

Como terapeuta y padre de dos niños, cuando un hombre me confía que siente culpa y que está angustiado o deprimido por no pasar suficiente tiempo en casa, desempeñando sus funciones de padre de familia, lo primero que le pregunto es: “¿A qué te refieres?”, y le pido que me explique su idea de paternidad, para entonces ayudarlo a solucionar sus problemas. Te explico cómo.

Ser papá hoy exige el cumplimiento de muchas funciones, pero recuerda, no se trata de una receta de cocina. Aunque decir que lo que importa es la calidad y no la cantidad se ha convertido en cliché, me gustaría compartir con ustedes que hay mucha razón en ello, porque no hay una solución mágica que te ayude a construir una relación con tus hijos y con tu esposa. Únicamente lo lograrás emprendiendo acciones que te ayuden a reforzar los lazos que tienes con ellos y que van más allá del aspecto meramente biológico.

Esposos desesperados

Por usos y costumbres, los hombres no platicamos acerca de nuestros sentimientos de angustia o pesar. En vez de ello, salimos a divertirnos con los amigos, vemos la televisión o preferimos pasar más tiempo fuera de casa que dentro de ella. Todo lo anterior puede solucionar nuestro problema de momento, pero con el tiempo lo agrava. La única opción viable que tenemos para resolverlo es comunicarnos, y el primer paso es hablar con nuestra pareja y preguntarle directamente qué espera de nosotros, procurando expresar claramente aquellas cosas que nos molestan y estableciendo juntos la mejor manera de manejar la ausencia.

Con tus hijos la situación es más fácil. Cuando pases tiempo con ellos ponles mucha atención, averigua cuáles son sus gustos, y qué piensan de ti. Dejando siempre siempre claro que tú eres el padre y figura de autoridad en casa, sin importar que muchas veces no puedan verte, podrás hacerlos sentir que los quieres, que pueden contar contigo y también se darán cuenta de que se necesitan mutuamente.

Por supuesto lo más importante es que todo lo anterior te haga sentir cómodo, así que dedícate un día y enfréntate a ti mismo y a tus temores. Sólo así podrás averiguar cuál es la razón de tu angustia y aprenderás a manejarla, sin que se convierta en miedo a la responsabilidad de la vida familiar. Finalmente, tú decidiste formar una familia y nadie dijo que eso fuera fácil.

Bernardo Romano es licenciado en Psicología por la UNAM; actualmente trabaja como orientador vocacional, profesor y terapeuta en una escuela privada. Además de ser terapeuta familiar, da talleres de escuela para padres en su domicilio, previa cita: bernardterap@gmail.com

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