Soy licenciado en Ciencias de la comunicación, egresé de la carrera en 1994 con un promedio final cercano al 9.8 y especializado en televisión. Tengo más de 20 años trabajando en los medios electrónicos e impresos. He trabajado en las empresas más importantes del sector en el que me desenvuelvo. Conseguí dos premios nacionales de locución y mi trabajo me ha llevado a viajar por cuatro continentes. La confianza del público me ha permitido impartir conferencias a miles de estudiantes. Todo esto es un buen historial académico y profesional, pero si me preguntaran, yo preferiría que en mi tarjeta de presentación se leyera: Sergio Sepúlveda / Papá.
Porque ser papá es la profesión más completa de todas y además tiene una exigencia diaria, a veces de 24 horas. Permítanme enlistar algunas de las habilidades y especialidades que uno adquiere al formarse como papá.
- Velador. Siempre atento a interrumpir las pesadillas nocturnas de los hijos con un abrazo; se necesita afinar el oído para escuchar desde otra habitación un llanto, un quejido o los pasos de nuestros niños caminando a buscar el refugio en la cama de mamá y papá.
- Instructor de andar en bicicleta. El mayor reto es vencer el miedo transmitiéndole al niño que papá nunca lo dejará caer. Dominar la bici requiere la misma técnica que andar en la vida: mira al frente, ve hacia adelante sin dejar de pedalear, en una emergencia frena y corrige el camino.
- Ingeniero aeronáutico. Capaz de construir naves espaciales con piezas minúsculas que exponen la torpeza de mis dedos. Es una materia difícil y odiosa pero necesaria para echar a volar la imaginación.
- Enfermero. Listo a identificar la fiebre. El mejor termómetro, la mano. La mejor medicina, el consuelo.
- Bailarín. Es más fácil cuando se tiene sabor, pero yo sustituyo mis carencias de armonía y gracia, con el ritmo de mi corazón que hace danzar mis piernas en círculos con mis niños. Somos dueños de la pista girando, acompañando al planeta que baila alrededor del sol.
- Comediante. A veces inventando chistes, otras haciendo caras extrañas, unas más aplicando las infalibles cosquillas, cualquier cosa es válida por lograr la carcajada de un hijo y recordarle que la cirugía estética de un corazón rasgado es la risa.
- Policía. Indispensable cuando se trata poner límites y hacer que las reglas se cumplan. Como en la vida cotidiana, esta responsabilidad te convierte en villano pero al paso del tiempo, les ayuda a entender que el amor también requiere disciplina.
- Costurero. Teje historias y coce disfraces. En la aguja el hijo, en la puntada el corazón.
- Instructor de boliche. ¿En qué momento la niña de mis ojos se bajo de mis brazos a tirar una bola? Sus risas hacen chuza cualquier tristeza apilada en mi ánimo.
- Cuenta cuentos. Lo fundamental es narrar con el tono de voz adecuado, no para que duerman, sí para que sueñen.
- Guía de turistas. Siempre he pensado que la mejor herencia es inculcar el gusto por viajar. Yo planeo el viaje, ellos la aventura.
- Detective. Para encontrar los juguetes favoritos extraviados, la respuesta correcta a la pregunta más inoportuna y el tiempo suficiente cuando el trabajo te asfixia por horas en la oficina.
- Cácaro. Proyecta y ve sin descanso y sin queja la misma película una y otra vez.
- Cazafantasmas. Porque siempre está la duda de si alguno se va a aparecer esa noche.
- Asistente dental. Revisa los dientes bien lavados para ir con una blanca sonrisa a la escuela. También avisa al ratón cuando debe cumplir con el trueque, un diente a cambio de una moneda, o lo que es lo mismo, un diente a cambio de mantener una ilusión intacta, sin caries.
- Guardaespaldas. Dispuesto a entregar la vida por defender a dos niños que cuando salen a la calle no que quieren dar la mano.
- Gamer. Experto en pasar los niveles más complicados de Mario kart 8 y Plantas vs Zombies, servir como caballito y jugar a las escondidillas y a las atrapadas. La clave es sencilla, si no te diviertes no ganas.
Estas son sólo algunas de las habilidades que he ido adquiriendo desde el primer día en que me inicié como papá. Sigo aprendiendo y espero que al final de mi vida pueda obtener el diploma, firmado por mis hijos, que me acredite como un padre sobresaliente y así tener mi tarjeta de presentación: Sergio Sepúlveda / Buen padre.
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.