1. Duermen bien: ¿Has tenido un pésimo humor todo el día por haber pasado una noche sin dormir? Para él es lo mismo. Aunque suena lógico, para que aprenda a respetar su tiempo de descanso, tú deberás guiarlo y no ceder cuando pregunte “¿5 minutos más de televisión?” con esa dulce carita. No se trata de que duerma todo el día o realice 3 siestas sino de guiarlo a respetar una hora para dormir y volverlo una costumbre; en recompensa, tú también dormirás tranquila.
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2. No se saltan comidas: Entender por qué este sencillo hábito puede hacerlo feliz es muy simple. Cada comida le ayuda a restablecer la energía para mantenerse activo y sentirte satisfecho lo impulsa a intentar aprender más cosas; además de todos los beneficios que una buena alimentación puede tener en su crecimiento.
3. Son libres de expresar sus emociones: Aunque todavía le cueste trabajo definir lo que siente con palabras, tu hijo también experimenta sentimientos de enojo, tristeza o impotencia. “No llores” queda prohibido. Ignorar sus emociones puede ocasionar que termine por reprimirlas; hazle saber que son reacciones naturales, ayúdalo a entender por qué se siente de esa manera para que pueda orientarlo a una solución positiva.
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4. Pueden tomar decisiones: “Ponte esta ropa”, “así no se hace”, ¿te suena familiar? Si es así, detente ahora e imagina su futuro lleno de inseguridades. Por el contrario, si de vez en cuando les preguntas qué quiere llevar de lunch y escuchas con atención, tu hijo sabrá que respetas su opinión y que es igual de importante. Esto fortalece su autoestima y la seguridad en sí mismo.
5. Se sienten amados: Es cierto, no hay límite para los besos, abrazos y caricias, pero si tu hijo logra observa lo que haces para cuidarlo y procurar su bienestar, entenderá de forma inconsciente que es alguien valioso y esto, sin ninguna duda, lo hará feliz.