Los terrores nocturnos son un trastorno hereditario que se producen durante el sueño y que suelen padecer los niños de un año hasta los ocho.
Éstos son considerados una parasomnia, es decir, fenómenos o acontecimientos que ocurren mientras tu hijo está dormido y que son el reflejo de las conductas aprendidas durante el día.
[relacionado id=22166]
¿Qué puedes hacer para ayudar a tu hijo con los terrores nocturnos?
Estos episodios duran sólo entre 10 y 30 minutos. En ese lapso debes evitar: despertarlo o sacudirlo bruscamente ya que sólo lo alterará más, también procura no mencionar lo que ha pasado.
Puedes llevarlo a su cama si se salió de ella; recuéstalo, háblale tranquilamente procurando darle seguridad diciendo cosas como “estás en casa, tranquilo, no pasa nada” y esperar a que se duerma.
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
Este trastorno es muy similar al sonambulismo, es importante que lo protejas de los lugares o cosas que lo puedan lesionar como escaleras u objetos filosos.
Los terrores nocturnos sí se pueden evitar con sencillas cosas como: no darle de cenar abundantemente o dejar que se duerma tarde.
[relacionado id=8677]
También hay un método efectivo contra esto y aunque parece cruel, a la larga solucionará el problema. Programar el despertar nocturno, es decir, fíjate a qué hora suelen presentarse sus terrores. Puedes despertarlo 15 minutos antes de que se presente y posteriormente mantenerlo despierto y fuera de la cama durante cinco minutos. Este método se debe realizar durante siete noches consecutivas. Si regresa el problema, hazlo de nuevo.
Debes consultar a un médico en los siguientes casos:
- Si hay babeo, espasmos o rigidez
- Los episodios ocurren dos o más veces por semana después de los siete despertares programados
- Duran más de 30 minutos
- Tu hijo hace algo peligroso
- Tiene varios terrores durante la noche
- Ocurren durante la segunda mitad de la noche
- Sientes que el estrés familiar puede ser un factor
Es probable que su miedo a dormir esté provocado por la imposibilidad de solucionar ciertas cosas: una mala calificación, problemas con algún amigo o asuntos familiares (divorcios, la llegada de un hermano, cambio de casa). Todos éstos son evadidos durante el día y se manifiestan en la noche, por eso es importante que tengas una buena comunicación con tu hijo y hablen de cualquier cosa que le inquiete.