Por Rodrigo Alba
Si estudiaste la primaria y secundaria en los años 80 y 90, seguramente recuerdas los peculiares criterios que los papás seguían-con toda la buena fe del mundo- al momento de decidir si te ibas a una escuela mixta o a una de educación diferenciada (para niñas o para niños).
Desde el 2001 las escuelas diferenciadas presentaron una tendencia a desaparecer en México. Por distintas razones, muchos de estos colegios han abierto sus puertas al otro sexo. Sin embargo, en Europa y Estados Unidos, se ha iniciado la discusión sobre la conveniencia de retomar la educación diferenciada. Quienes están a favor de ella parten del hecho de que mujeres y hombres aprenden de manera distinta.
Desde el punto de vista psicológico, Nancy Steinberg dice: “Se sabe, que estructuralmente el cerebro del hombre y de la mujer es diferente y esto determina que se tengan actitudes distintas al momento de estar sentados en un salón de clases”.
No es culpa de los niños
Si damos por hecho que todas las niñas son dulces y tranquilas mientras que todos los niños son inquietos y ruidosos, habría que separarlos. Pero las cosas no son así de simples.
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De acuerdo con esa idea el buen maestro tiene que usar todos los métodos a su disposición para que sin importar el sexo del niño se beneficie del aprendizaje, esto porque en algunos estudios como en el publicado en catholic.net, se señala que el profesor debe elegir entre dos formas de enseñar: la que entienden las niñas, pero aburre a los niños y viceversa.
Los pros y los contras
La mayoría de los estudios que avalan las ventajas de la educación diferenciada se han hecho en Europa, Estados Unidos y Canadá, pero a pesar del “buen modelo” no se ha adaptado de forma correcta aquí.
Nancy Steinberg comenta “Si la vida es mixta, ¿por qué voy a querer tener una enseñanza separada? Conocer a los hombres o a las mujeres me capacita para moverme en su mundo”.
La especialista va un paso más allá al reflexionar sobre las ventajas de la educación mixta: “De acuerdo con lo que se piensa de las niñas, que pueden estar sentadas y calladas durante las horas de clase, entonces estamos perdiendo de vista que se les está reforzando la falta de participación activa dentro de su propio proceso de aprendizaje.
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Por su parte los hombres que son más activos, no saben estar quietos y por eso los meten en escuelas diferenciadas, tampoco van a desarrollar la capacidad para estar sentados y en orden cuando el momento lo demande.
De acuerdo con esto, lo único que justifica la educación “por sexo” es que el rendimiento académico se vuelve mejor, pero esto también marca diferencias porque pone a un grupo en el poder, sea el que sea, que determina que el otro está mal. Esto le quita la oportunidad a cada uno de los grupos de desarrollar aquello que lo complementaría desde el punto de vista social.
Cuando los sistemas educativos a nivel mundial, y en especial en México, empiecen a entender que hay diferentes estilos de aprendizaje y que se tienen que ajustar a ellos, lo que los maestros tendrán en los salones será un exitoso grupo de aprendedores, no solamente de alumnos con buenas calificaciones.
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