Pero si ya es difícil luchar con nuestras propias dudas, aún es más complicado cuando después de establecer una postura, debemos lidiar con la de nuestra pareja, que en muchos casos, no está nada cerca de lo que pensamos.
Cuando esto sucede es importante saber cómo manejarlo por dos razones principales: uno, para mantener la salud y el bienestar de nuestra relación en pareja y dos, proyectar unidad en nuestro criterio de padres y en la autoridad frente a nuestros hijos.
Si viajan en el auto y tú dices: “Baja los pies del asiento” pero tu hijo oye a papá decir: “Déjalo, no pasa nada”, tus hijos escuchan mensajes contradictorios y entienden que cada uno desautoriza al otro.
Si estos casos ocurren con frecuencia, tus hijos pueden sentirse confundidos y terminarán por invalidar a ambos padres y olvidarse de hacer caso cada vez que alguno le indique qué hacer o cómo comportarse.
No deben sentirse presionados por dar una respuesta enseguida, recuerda que tú eres el adulto, es decir, tú tienes el control. Platica con tu pareja y olvídense de frases como “Lo que tu madre diga” o “Pregúntale a papá”. Es mejor contestar con un “Ya lo hablaré con mamá/papá y juntos te daremos una respuesta” para infundir en nuestros hijos la idea de que la familia es un bloque.
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Es cierto, como padres nunca tenemos la respuesta infalible a todo, pero para educar a nuestros hijos es mejor equivocarse juntos y evitar que con el tiempo, tu hijo te responda “papá ya me dio permiso” o “mejor le digo a mamá”.
