Cuando la culpa empiece a recorrer tus venas, toma aire y lee este artículo.
Exigencias de la sociedad
Como mujeres nos vemos expuestas a un sin fin de expectativas tanto de la familia como de la sociedad. ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que esperan de ti los demás?
- Ser buena mamá: estar pendiente de la escuela, nutrición, y salud física y mental, ser cariñosa, paciente, estar bien arreglada y siempre lista para cuando tus hijos te necesiten
- Ser una profesionista “exitosa”, o por lo menos universitaria, o lo equivalente a culta y bien informada
- En caso de ser profesionista, hacerlo bien siendo competitiva y eso sí, sin descuidar a tus hijos
- Hacer ejercicio o mejor dicho estar en forma, de preferencia delgada e impecable
- Ocuparte de que tu casa marche bien
- Ser la pareja linda, complaciente, femenina, que sabe atender a su príncipe cuando éste llega cansado de trabajar
- Además hay que ser buena hija y buena amiga
- ¡Ah!, por cierto, además estar pendiente de que tus hijos se acuesten a tiempo, se laven los dientes, aprendan a ir al baño, a vestirse, que coman sano, tengan buenos amigos, hagan sus tareas y que lleguen a tiempo a sus actividades, como clases particulares, visitas médicas y eventos sociales
Es evidente que todas estas expectativas generan presión y, en ocasiones, un inmenso sentimiento de culpa si no lo hacemos todo bien.
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Madre, profesionista, esposa… ¿perfecta?
La primera parte de la culpa se origina cuando te dejas llevar por las ideas de todo lo que debes de hacer como mujer, según nuestra sociedad. Estas ideas provienen de los valores que te inculcaron en casa, de los roles de madres y mujeres que tuviste cerca de ti, y que sin querer hiciste tuyos.
Cuando te cuestionas qué parte de las expectativas de tu rol no estás cumpliendo, y te das cuenta de todas las áreas en las que estás fallando, entonces inevitablemente llega la culpa como verdugo a recordarte el mal papel que estás haciendo, llenándote de sentimientos de frustración con el malestar emocional que implica. Si además le sumas que no puedes hacer nada para cambiar tu situación, como dejar de trabajar o comprarte un cerebro nuevo, es peor la sensación de frustración, un sentimiento negativo y paralizante.
Por otro lado, algunas teorías de la psicología sugieren que la mayor responsabilidad recae en la mamá. El primer vínculo afectivo se da con la mamá, por lo que de acuerdo a estas teorías, si eres buena ya le garantizaste a tu hijo su futuro, pero si te encuentras un poco desequilibrada tus hijos pagarán las consecuencias.
Con toda esta información parece que el panorama ideal sería que durante los primeros seis años de vida del bebé, la mamá se olvidara de ella misma para poder hacer un papel excelente. Pero la mala noticia es que así no suceden las cosas. El rol se ha tenido que modificar a velocidad luz, con la entrada de la mujer al mercado laboral.
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La sociedad no termina de aceptar que la mujer abandone su lugar en el hogar para compartir una responsabilidad económica y asumir un logro profesional. En cualquier hogar será mejor vista una mujer que esté en su casa cuidando de los hijos y no afuera desempeñando un rol “masculino”.
La primera tarea que nos toca es liberarnos de la culpa para poder avanzar y criar hijos responsables dándoles un buen ejemplo y calidad en nuestro tiempo para que crezcan seguros del amor de mamá y con un ejemplo de superación.