Su cabeza -en relación con el resto del cuerpo- es mucho menor a como era en las primeras semanas, pero su perímetro sigue siendo tan grande como el tamaño de su abdomen. Al término del embarazo ésta seguirá siendo una de las partes más grandes del cuerpo.
Si la cabeza de tu bebé ha empezado a encajarse o se ha asentado en la pelvis, tu vientre parecerá haber descendido en la cavidad abdominal. Esto no significa que vayas a entrar en labor de parto o que tu bebé vaya a salirse de manera imprevista, sino se trata simplemente de una indicación de que el útero y el bebé se están preparando para el parto.
Si la cabeza de tu bebé ya está encajada, seguramente te resultará más fácil respirar.
Otra buena noticia es que la reducción de la presión bajo el diafragma y las costillas puede provocar que te sea posible comer una comida completa.
Lo malo de este cambio es que la cabeza del bebé presionará directamente tu vejiga, por lo que deberás ir al baño con mucha mayor frecuencia. Además, es posible que también se produzca un debilitamiento de tus articulaciones y ligamentos pélvicos -como preparación al parto-, lo que puede provocarte una serie de dolores en esta zona.
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Sabías que…
Aunque el cerebro de un bebé necesita estar protegido por diversos huesos, éstos son bastante blandos en comparación con el cráneo de un adulto y tienen la capacidad de superponerse entre sí, lo que permite que la cabeza se amolde a la forma de la pelvis de la madre, facilitando en gran medida el paso por el canal de parto y la vagina.