Cuando la mamá gana peso en forma consistente -1.5 kg a 2.0 kg en el primer trimestre y 4.5 kg a 6.0 kg en el segundo y tercero- existen mejores pronósticos para ella y su bebé, en lo que respecta al desarrollo del embarazo. Es por esta razón que cuando la mujer embarazada registra una pérdida de peso, puede ser tomado como un indicio de que el bebé está creciendo a expensas de ella, con lo que más tarde puede terminar por ocasionar problemas de desarrollo en el bebé.
La ganancia o pérdida de peso es solamente una forma de evaluar, a grosso modo, las reservas nutricionales y el consumo de alimentos de la mamá, pero es la única forma objetiva con la que se cuenta durante una visita promedio prenatal al médico.
A veces, el peso de la futura mamá se estabiliza o cae después de un mes de aumento rápido de peso. Las fluctuaciones son normales, el aumento de peso no sigue una curva continua.
Sin embargo, se sabe que el retraso en el crecimiento intrauterino es el resultado de la mala nutrición materna. Si el daño ocurre al principio de la gestación y continúa, puede comprometerse el cerebro del bebé y éste puede nacer con una cabeza y un cuerpo simétricamente pequeños. Si la deficiencia se presenta más tarde, el bebé nacerá con un cuerpo más pequeño que el promedio, pero con la cabeza y el cerebro normalmente desarrollados.
Por esta razón resulta de gran importancia que la madre vigile su peso en casa cada semana. Si hay una disminución de peso persistente, lo más recomendable es que acuda a consulta con un nutriólogo para evaluar las causas y buscar un tratamiento adecuado.
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