Emocionalmente, el estrés provoca ansiedad, irritabilidad, incapacidad de concentración, cansancio extremo y problemas para dormir, mientras de forma física ocasiona dolor de cabeza, ritmo cardíaco elevado, dificultad para respirar, problemas gastrointestinales, boca seca, músculos tensos, dolor de espalda y sudoración de las palmas de las manos. Sin embargo, la mayoría de los médicos coinciden en que la ansiedad constante es perjudicial para una mujer embarazada y para su bebé.
Algunas de las consecuencias del estrés en el embarazo son: parto prematuro, bajo peso al nacer, debilitamiento del sistema inmunológico (lo cual hace más propensa a la mujer a infecciones uterinas) y depresión.
De hecho, está comprobado que las consecuencias del estrés van más allá del embarazo mismo. Un estudio demostró que las mujeres con altos niveles de estrés durante esta etapa duplican sus posibilidades de tener hijos con problemas de comportamiento, depresión y ansiedad hacia las edades de 4 y 7 años.
Cuando hay estrés intenso la hormona liberadora de corticotropina (CRH, por sus siglas en inglés) fluye al torrente sanguíneo. Se cree que ésta es la encargada de regular la duración del embarazo, por lo que una concentración elevada de CRH en el primer trimestre de gestación puede desencadenar un parto antes de la semana 37.
Además, cuando existen niveles importantes de CRH durante el tercer trimestre de embarazo, se puede afectar la habilidad del bebé para detectar cierta información, con los consecuentes problemas de conducta en la infancia.
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Muchas mujeres podrían creer que el estrés cotidiano no tiene consecuencias graves inmediatas, sin embargo, un parto prematuro puede ser el resultado de impresiones acumuladas o una emoción muy fuerte en cualquier etapa del embarazo, como la muerte de un familiar, la pérdida repentina del trabajo, el divorcio y otros sucesos similares.
Estrés fetal
Cuando se habla de estrés fetal, no quiere decir que el bebé esté angustiado emocionalmente. Esta es una condición que se detecta en el tercer trimestre del embarazo -a veces durante el parto mismo-, en la que hay inestabilidad en la frecuencia cardiaca del bebé por escasez de oxígeno en la sangre.
El estrés fetal puede diagnosticarse cuando la actividad del bebé se reduce considerablemente.