El polihidramnios se produce generalmente en asociación con algunas anormalidades del feto, en particular con:
- Anormalidades de los sistemas nervioso, digestivo y renal
- Cuando presenta eritroblastosis (una enfermedad que resulta de la incompatibilidad entre la sangre materna y la del bebé)
- Cuando hay más de un feto
- Cuando la madre padece diabetes o preeclampsia
- Casi todos los embarazos en los cuales el feto presenta obstrucción del esófago, y en 50% de aquellos en que existen graves anormalidades cerebrales
El polihidramnios agudo genera la distensión extremada y rápida, además del crecimiento del útero. La madre siente dolor abdominal, náusea, vómito y dificultad para respirar. Su sistema cardiovascular se somete a un gran estrés y puede presentar síntomas de falla cardiaca. Los pies y las piernas se hinchan. Todas estas manifestaciones son producto de la presión que el rápido crecimiento del útero ejerce sobre el resto de las vísceras. Por lo general, el hidramnios crónico hace que el útero crecido provoque la suficiente presión para que la persona afectada se sienta incómoda.
La causa del polihidramnios se desconoce, aunque se cree que hay una reducción en la cantidad de fluido que pasa del feto a la madre y un aumento en la cantidad que pasa del feto al saco amniótico. Esto podría explicar la relación entre las anormalidades del feto y el polihidramnios.
Muchos de los embarazos complicados por el polihidramnios terminan prematuramente. El feto tiene mayores probabilidades de sufrir anormalidades congénitas. Cerca de 50% de los bebés se han perdido en los casos reportados de este problema. Entre mayor es la cantidad de fluido, mayor es la mortalidad fetal.
Asimismo, las mujeres con polihidramnios corren mayores riesgos: la separación prematura de la placenta y la hemorragia postparto son las dos complicaciones maternas principales asociadas con él. La eliminación del exceso de líquido es la única medida efectiva para el manejo de este mal.
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El tratamiento se puede llevar a cabo perforando las membranas a través del cuello de la matriz o, de preferencia, insertando una aguja a través de las paredes abdominal y del útero, con cuidado de no dañar los intestinos de la madre o la placenta. Ambos procedimientos pueden inducir el parto. Por otra parte, cuando la cantidad de líquido adicional es pequeña, no es necesario ningún tratamiento.