El ácido fólico es una vitamina B (vitamina B9). Se produce naturalmente en forma de folatos en alimentos como las verduras de hoja verde oscuro, las naranjas, los cereales integrales y las legumbres. Algunos tipos de pan, cereales y margarinas tienen ácido fólico añadido durante el proceso de fabricación. Sin duda todos conocemos la importancia de su consumo durante el embarazo, ya que previene defectos congénitos del cerebro, la columna vertebral, la médula espinal y el paladar hendido.
Aunque hay campañas dedicadas a promoverla, se ha hecho poca investigación para determinar el nivel máximo de consumo que no implique un riesgo. Esto es especialmente importante ya que las mujeres pueden tomar suplementos y comer alimentos fortificados con esta vitamina, por lo que la combinación puede aumentar sus niveles de ácido fólico a un nivel poco seguro.
El ácido fólico y el asma
Rima Rozen, genetista de la Universidad McGill, informó recientemente que el alto consumo de ácido fólico en las mujeres embarazadas puede hacerlas más vulnerables a los patógenos como el virus Zika. Un estudio retrospectivo el pasado mes de noviembre encontró que las mujeres que lo tomaron en exceso tenían una probabilidad ligeramente mayor de dar a luz a un niño con asma, lo que nos dice que puede haber mucho sobre el efecto de esta vitamina que aún no entendemos.
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Por el momento, toda esta investigación es especulativa y las mujeres embarazadas deben seguir tomando la dosis adecuada de ácido fólico sin preocupación, pero jamás hacerlo sin consultarlo antes con su médico.
¿Cuál es la cantidad recomendada? De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 0,4 mg (400 microgramos) al día es adecuada en mujeres embarazadas sanas. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos recomienda que todas las mujeres en edad fértil (independientemente de que planean quedar embarazadas o no) reciban de 0.4 a 0.8 microgramos al día.