Además de ser mujeres con entrenamiento profesional, las doulas son también madres, que, si bien no intervienen en los procedimientos estrictamente médicos, facilitan la experiencia del parto para los padres, el bebé y los profesionales de la salud.
Al comprender y confiar en el proceso natural del parto, estas mujeres respetan sus aspectos trascendentes y sagrados, así como los físicos y emocionales: apoyan y alientan el parto al centrarse en los deseos y necesidades de cada mujer.
Hasta los años veinte, los partos ocurrían en casa y eran atendidos por parteras, pero al comenzar a atenderse en los hospitales, los médicos hombres tomaron el control y se excluyó tanto a las parteras como a las mujeres que brindaban acompañamiento. Las mujeres tuvieron que enfrentar su trabajo de parto solas, y el único recurso que se les ofrecía para calmar su miedo y su soledad eran diversos fármacos.
En los años sesenta y setenta surgió en Estados Unidos y Europa la tendencia de apoyar el parto natural, lo que permitió a los maridos ingresar por primera vez a la sala. Al comienzo, el padre fungía como coach de su mujer durante el trabajo de parto, pero posteriormente se reconoció que él también estaba viviendo una experiencia desconocida, intensa e impactante.
En los últimos años, numerosos estudios científicos han arrojado datos asombrosos acerca de los beneficios que brinda el acompañamiento de una doula durante el parto, tanto para la mujer como para su pareja y el bebé.
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Un estudio reveló que la presencia de doulas en los partos contribuye al:
- 50% reducción en cesáreas
- 25% parto más corto
- 60% menos peticiones de epidural
- 40% menos uso de oxitocina sintética
- 30% menos uso de analgésicos
- 40% menos uso de fórceps
- Mejora en el vínculo padres-bebé
- Menos problemas con la lactancia
- Menor incidencia de depresión posparto
Venciendo el miedo
Al sentir miedo, los seres humanos secretan sustancias conocidas como catecolaminas, las cuales pueden prolongar la primera etapa del trabajo de parto y reducir el flujo de sangre hacia el útero, la placenta y el feto, provocando en este último desaceleraciones cardíacas, conocidas como sufrimiento fetal. La contención, el acompañamiento y la protección que brinda una doula contribuyen a evitar la secreción de catecolaminas, lo que acorta y facilita el desarrollo normal del trabajo de parto.
En este sentido, la compañía y apoyo emocional que brindan las doulas logra que la mujer se sienta alentada y fortalecida, ya que la doula reafirma con sus palabras que, dentro de esa mujer a punto de parir, se encuentra la sabiduría innata para dar lugar al nacimiento de manera segura y saludable.
Las doulas conocen y entienden la fisiología del parto. Pueden ofrecer información a la pareja acerca de lo que sucede, paso a paso, al tiempo que están conscientes de que cada mujer tiene su propio tiempo para parir y que la paciencia es un elemento indispensable.
Si se presentara alguna dificultad, pueden ofrecer alternativas e información acerca de los pros y contras de los diferentes procedimientos. Además, apoyan las elecciones cuando éstas son responsables y se basan en las últimas evidencias científicas.
