Existen dos tipos de laparoscopia, la de diagnóstico (que se refiere a la inspección de la anatomía de los órganos pélvicos) y la terapéutica (que corrige el problema en cuestión). Después de haberse realizado la laparoscopia, la paciente puede ir a casa inmediatamente.
Esta técnica se lleva a cabo mediante la inserción de agujas y otros instrumentos en la cavidad umbilical, sin que se puedan apreciar las capas que están inmediatamente debajo de la pared abdominal. También se realiza una incisión pequeña que permite dejar expuestas todas las capas de la pared abdominal, para insertar los instrumentos. El primer tipo de inserción (cerrado) es el más común; el segundo (abierto) se prefiere cuando ha habido una cirugía abdominal y hay daño severo en las estructuras de sostén.
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La laparoscopia correctiva requiere de instrumental especialmente diseñado, que ha permitido dejar atrás las grandes incisiones que importaba la laparotomía. Por lo general, se lleva una hora en realizarla y el paciente es dado de alta después de dos o tres días, posteriormente es posible que sólo presente dolor en el bazo, debido a que el gas producido en la cavidad abdominal irrita los nervios del diafragma.
La labor preoperatoria consiste en la visita al anestesiólogo y en la realización de estudios de laboratorio. Asimismo, el paciente se abstendrá de tomar líquidos y sólidos de 8 a 12 horas antes del procedimiento. Cualquier molestia posterior, como intenso dolor abdominal, fiebre, supuración o sangrado, deberá notificarse de inmediato.
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