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Ser mamá no significa sacrificar

Paola Acuña nos dice por qué no se debe ver la maternidad como un sacrificio, sino como una elección.

Cuando mi esposo y yo decidimos subirnos al barco de la paternidad, estábamos conscientes de lo que esto implicaría; sabíamos que esos fines de semana de dormir hasta tarde serían cosa del pasado. Esas escapadas a la playa muy probablemente tenían que esperar y las salidas con nuestros amigos serían cada vez menos.  Pero fue hasta que nació nuestra hija que comenzó el gran reto.

Nos despedimos de nuestra vida de antes y recibimos lo que ahora éramos, padres.

En mi visión de la maternidad no se hacen sacrificios, se toman elecciones y lo haces desde el primer día que llegas con tu hijo a casa en brazos. Cuando mi hija se levanta a las 7 de la mañana en domingo pidiendo desayuno, no es un sacrificio pararme y servirle un cereal, es una responsabilidad. Tal vez en el sentido estricto de la palabra, encaje perfecto este significado pero decir que la maternidad es un sacrificio me resulta algo dramático, me suena a anular tu propia existencia en pro de la de tus hijos y por supuesto que buscamos siempre su bienestar, pero a medida que empezamos a verlo como una elección y no un sacrificio creo que disfrutaremos más nuestro rol.

Para mí la palabra sacrificio implica un esfuerzo que no siempre se hace con una sonrisa en la boca, así es que, yo decido guardar mi título y quedarme en casa. Ser yo la que cría, la que despierta antes para preparar el desayuno y alistarla para la escuela. Es elección mía todo lo que hoy hago para mi familia, lo hago porque quiero y con gusto.

La maternidad es un conjunto de elecciones que implican responsabilidades y obligaciones; sacrificar implica un esfuerzo a costa de algo y ser madre no debería ser a costa de nada, ni de ti misma. Cuando se ha tomado la elección de ser una, debe ser con la plena convicción de que implica mucho y que con tu nueva vida están implícitas algunas renuncias y no sacrificios, y tal vez estas sean temporales.

No es el fin de nada, es hacer una pausa en algunos aspectos de tu vida para correr en el mundo de la maternidad y disfrutar cada detalle por voluntad propia. Estas pausas pueden ser  largas o cortas, tenemos derecho a decidir y hacer algo por y para nosotras sin ser juzgadas.



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Cuando escucho decir que la maternidad es sacrificada no dejo de pensar en alguien que no lo disfruta. Esta es mi percepción y puede que sea errónea. Desde que dejé de ver muchas cosas como un sacrificio he empezado a disfrutar más: no me interesa ser la madre abnegada y sufrida, prefiero ser una madre consciente y segura de las decisiones que ha tomado hasta ahora. Quiero que mi hija me vea como una mujer empoderada y no una mártir.
Lo que yo hago hoy, lo hago sin esperar nada a cambio, no espero que mi hija agradezca cada una de mis elecciones. Quien ama, entrega a manos llenas y desinteresadamente.
Para mí, es riesgoso pretender ser una madre sacrificada, amamos a nuestros hijos pero para amar a alguien más debemos reconocernos como seres individuales con necesidades y sentimientos que deber ser satisfechos también. A medida de que una madre es consciente de esto podrá cubrir las de sus hijos sin verlo como una carga.
Ya suficiente tenemos con el rol de madre perfecta para sumarle a este el de madre sacrificada. Yo no sacrifico, elijo por mi hija pasar el tiempo con ella y verla crecer,  ir al circo y no a un bar, criarla yo y nadie más. Hacer todo eso sin anularme, sin volverme invisible, buscando un equilibrio justo y sano para mi entorno familiar.

A esto me refiero cuando digo que no sacrifico, ELIJO.

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