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Como ya lo que toma no le es suficiente, es cuestión de tiempo, gusto, paciencia y repetición para que acepte los nuevos sabores. Te recomendamos:
- Empezar por lo que sepas que le gusta. ¿Qué tal unas verduras cocidas?
- Dale pequeñas cantidades, no intentes con una porción igual a la tuya
- No le ofrezcas porciones más grandes a lo que quepa en la palma de su mano
- Comienza por un comestible nuevo a la vez; los pediatras recomiendan primero darle verduras antes que frutas, ya que si lo haces al revés le gustará más lo dulce y será más difícil que acepte las primeras
- Cuando rechace algo, mantente firme e insiste, al final de cuentas terminará por probarlo
- Jamás lo obligues a que reciba el alimento porque sólo lograrás que lo rechace más
- No guardes la papilla que haya tenido contacto con su saliva o podría adquirir un sabor desagradable
- Evita que juegue con su plato. Está bien que agarre la cuchara e incluso meta la mano en él, pero no dejes que lo aviente o embarre su contenido en la mesa. El tacto hará que quiera probar todo y eventualmente comerá
- Elimina las distracciones, por ejemplo apaga la tele y no dejes que tenga muñecos a su lado, así tendrás toda su atención
- No le des agua hasta que acabe una parte de su plato porque si le das líquido durante el proceso puede que se llene más rápido y deje lo que le serviste
- Trata de respetar siempre sus horarios de comida
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Ten presente que la comida se inventó para disfrutarse y forzarlo o condicionarla (por ejemplo, regañarlo por jugar con ella o diciéndole que sólo si come tendrá postre) es hacer que vea algo natural como un momento tenso y cansado. Mejor celebra sus pequeños logros, aunque sólo haya dado una probada a lo que serviste.
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