La decisión de vacunarlo puede ser difícil porque quizá hayas escuchado algunas veces que se cuestiona qué tan seguras son, pero debes saber que el riesgo de tener alguna reacción grave a la vacuna es diminuto si se compara con el que corre si llega a contraer el virus.
Las vacunas introducen en su cuerpo todo o parte del virus o bacteria sin provocar la enfermedad; esto obliga a su organismo a defenderse y producir anticuerpos. Después, por medio de los linfocitos (células específicas) memoriza ese sistema de defensa y reacciona ante el ataque de este microorganismo.
Hay algunas condiciones específicas en las que debes prestar atención:
- Las vacunas pueden ser aplicadas por el pediatra o el médico general en un centro de protección maternal o un dispensario (busca las campañas que realiza, de forma pública y gratuita, el gobierno o asociaciones privadas)
- Tu hijo sólo puede ser vacunado si se encuentra sano; debes evitar que se realice en periodos en que tiene fiebre, está en convalecencia (después de una varicela por ejemplo) o sufre un episodio de alergia
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- La mayoría de los bebés lloran cuando se les pone una vacuna, tú puedes ayudar a que se mantenga tranquilo abrazándolo
- Muchos bebés no tienen una reacción obvia a la vacuna, pero a algunos les da un poco de fiebre dentro de las 24 horas siguientes y pueden sentirse algo irritables. Es normal si la zona de la inyección toma un color rojizo durante un día, acude al pediatra sólo si no desvanece después de este tiempo
- Si tu bebé fue prematuro, más que cualquier otro bebé debe recibir sin retraso todas las vacunas programadas en los tiempos indicados
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