¿Por qué?
De acuerdo con algunos estudios que se han realizado en el campo de la nutrición, existen dos factores importantes que determinan la preferencia de los niños por ciertos alimentos. Uno es el gusto innato por el sabor dulce, y el otro es la familiaridad, que obviamente no está relacionada con las características de la comida como el aroma o la textura. Esto explica en parte la «neofobia», es decir el temor por lo nuevo y desconocido, de los niños en lo que respecta a probar nuevos alimentos.
La neofobia es normal si la consideramos como una respuesta de adaptación al medio, ya de de alguna forma es un mecanismo que utiliza un organismo joven para evitar comidas desconocidas que pueden ser potencialmente dañinas.
Si consideras todo eso, entenderás que debes tomar algunas medidas para lograr que tu hijo acepte alimentos nuevos a pesar de su neofobia. Tu objetivo principal es ampliar la variedad de comidas que le gustan para poder asegurar un consumo adecuado de nutrientes.
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La mejor estrategia
Para empezar, los niños necesitan varias oportunidades para probar un nuevo alimento. Una vez que haya comido lo mismo varias veces aprenderá que no es peligroso hacerlo, que no le provoca náusea ni vómito. No obstante, una sola experiencia de problemas gastrointestinales puede hacer que rechace por largo tiempo algún tipo de comida.
Con esto en mente, la mejor estrategia que puedes aplicar para servir comidas nuevas consistirá en programar un par de oportunidades a la semana para probar platillos diferentes. No obligues a tu hija a comerlos, sólo explícale que por lo menos esperas que los pruebe. Deja que lo escupa si desea hacerlo.
Es importante que establezcas este procedimiento de probar los alimentos en una etapa temprana de la infancia, antes de que tu hija adquiera un fuerte sentido de autonomía e independencia.
Por último, recuerda que la atmósfera en la que se ofrecen las comidas es tan importante como éstas. Por ejemplo, en la cultura occidental se ha incluido el postre, que generalmente es dulce, como premio o castigo.
Si el niño se come todo lo demás (en especial las verduras) el postre es el premio; si no lo hace, se pierde el dulce y ese es su castigo. Sin embargo, algunos psicólogos sostienen que esta táctica hace que los niños detesten todavía más la comida que deben ingerir para obtener la recompensa.
Además, la mayoría de las personas se comen los dulces aún cuando ya están llenas, por lo que cualquier niño se comerá un plato de helado aunque no tenga hambre.
Resuélvelo
Primero que nada debes pensar en el tipo de alimento que sirves como postre, si éste último contribuye al valor nutritivo de la comida y si te sentirás tranquila de que tu hija se lo coma aunque no haya cenado.
Puedes servir arroz con leche descremada en lugar de helado, o ensalada de frutas o fruta con yogurt en lugar de pastel. Si le das galletas, que sean de avena y trigo entero. En ese caso puedes dejarle comer el postre primero si quiere.
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