La capacidad del niño y de cualquier individuo de enfrentarse y salir avante ante las situaciones adversas se llama resiliencia, aspecto que pueden desarrollan desde pequeños. Esa capacidad de lograr que las heridas más profundas cicatricen es un aspecto que debemos de tener presente en el diario convivir con nuestros pequeños.
Desde que el niño es concebido se mandan una serie de mensajes: el aspecto afectivo de la madre permeará a través de la placenta hasta llegar al feto. Estos mensajes recibidos comenzarán a crear una huella que quedará en él y a través de la misma se irá formando su temperamento. Ahí no queda todo, esta estructura de personalidad continuará conformándose con las experiencias posteriores (cómo se relacionan los padres con sus hijos, cómo les hablan, qué tono utilizan para dirigirse a ellos, cuántas veces es atendido, abrazado y ha escuchado palabras afectuosas). Toma en cuenta que:
- La infancia es el momento de proveer a los niños de las herramientas necesarias para hacer frente a la adversidad, y así salir airoso de las situaciones traumáticas
- La seguridad que los padres logren transmitirles a sus hijos tanto antes como después del nacimiento creará los primeros cimientos sobre los cuales establecerá sus primeros estilos de relación
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Las primeras relaciones de tu hijo tienen que ver con sus necesidades básicas, tales como la alimentación, el amor y el cuidado, que son tres aspectos fundamentales en el desarrollo idóneo del ser humano. Gracias a ellas puede comenzar a centrar su interés en aquello que llama su atención y podrá tener la energía de experimentar con los objetos cercanos por el placer de hacerlo.
Hechos
Libro 90 respuestas claras para mamás novatas.
- Cuando un niño es esperado y cuando la paciencia, pero sobre todo el amor prevalece, será afectuoso, y vivirá sin agredir a los demás
- Si estar con el pequeño es considerado una pérdida de tiempo, de molestia y de aversión, se desarrollará con características renuentes, violentas y con grandes resentimientos
- Proveer al niño de un ambiente cálido, con estímulos constantes, con un equilibrio entre su afecto, movimiento y tiempo de juego, redundará en un crecimiento donde la curiosidad y la investigación se dejarán ver adquiriendo aprendizajes perdurables y sobre todo placenteros
