Como mamá de un niño de dos años has sido testigo de su desarrollo motriz y del lenguaje. Esta etapa es importante para ellos porque tienen más confianza de explorar todo aquello que llama su atención, pero ¿y si de un día a otro exige estar de nuevo en tus brazos? No creas que es un retroceso en su desarrollo, tiene una razón especial.
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- Tu amor es único. Ninguna otra persona le hará sentir lo que tú le provocas. Contigo se siente seguro y es esa misma sensación la que hará que de nuevo se aventure dentro de ese mundo que no termina por conocer.
- También tiene días malos. Puede sentirse cansado por todos los estímulos que recibe de su alrededor y tus brazos son el único sitio que le dará tranquilidad para poder relajarse.
- Eres parte de sus recuerdos. Aunque sigue siendo un bebé, puede que extrañe ser más pequeño para estar todo el día junto a ti, por eso es que simplemente quiere revivir de vez en cuando esa etapa.
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¿Cansancio o flojera?
A veces tu hijo tendrá toda la energía para caminar largos recorridos pero habrá días que no querrá dar ni un paso fuera de casa. Aunque puede cansarse también existe la posibilidad de que sólo sea pereza y seguirá insistiéndote hasta que cedas. Si te ha pasado, esto es lo que debes hacer.
- Si no quiere caminar. Deténganse un rato para que él pueda descansar un momento y luego continuar el camino. Si van a varios lugares involúcralo y pídele su opinión: “¿Qué quieres hacer primero, ir al parque o ir con tu tía?”.
- Si se cansa. Procura ir un poco más despacio, respetando su ritmo. Recuerda que sus piernas no son tan largas como las tuyas, y por querer imitarte, querrá ir tan rápido como tú y eso lo va a agotar más rápido.
Antes de ceder y cargarlo, trata de distraerlo con cosas que llamen su atención como los perros, árboles, carros y casas. Pronto dejará de ser un bebé, así que cuando puedas llévalo en brazos y disfruta cada etapa.